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Mirando atrás

Maribel Pozo: el alma de Pinares de San Antón

El nuevo Mirador de Maribel Pozo Cruzado homenajea a esta vecina malagueña, fallecida en junio, que se caracterizó por su compromiso durante medio siglo en defensa del Medio Ambiente, la legalidad urbanística y las mejoras en Pinares de San Antón.

De izquierda  a derecha, Jesús García e Indi, con Bibi Fernández y Benjamín Fernández, hija y marido de Maribel Pozo, con su retrato.

De izquierda a derecha, Jesús García e Indi, con Bibi Fernández y Benjamín Fernández, hija y marido de Maribel Pozo, con su retrato. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Luchadora hasta el final, pese a su estado de salud Maribel Pozo Cruzado, que era pura energía, atendía en abril de 2024, a La Opinión, para denunciar la lentitud del Ayuntamiento en examinar un pino en mal estado, que había terminado desplomándose junto a su casa al pie de su querido Monte San Antón.

De paso, se mostraba preocupada por el proyecto de urbanización de 285 chalés de lujo en el vecino terreno del Lagarillo, por la pérdida de espacio natural y el aumento exponencial del tráfico por las calles de Pinares de San Antón.

El alcalde de Málaga y el concejal Carlos Conde, con la familia de Maribel Pozo, en el Mirador del San Antón que lleva ya su nombre.

El alcalde de Málaga y el concejal Carlos Conde, con la familia de Maribel Pozo, en el Mirador del San Antón que lleva ya su nombre. / Ayuntamiento de Málaga

Un año antes, recorría a pie con este periódico Pinares para criticar el mal estado general de aceras, calzadas y la inseguridad vial de una urbanización recepcionada por el Ayuntamiento en 2009.

Esta vecina, batalladora del interés general, fallecía el 30 de junio tras una larga enfermedad, durante la cual no le abandonaron ni la sonrisa ni la entereza.

La comunidad de propietarios de Pinares de San Antón quiso homenajearla y dedicarle un emotivo panel de cerámica, en el nuevo Mirador de Maribel Pozo Cruzado, junto al Monte San Antón.

Al acto, el sábado 4 de octubre, acudieron, además de su familia, vecinos y amigos, el concejal de Málaga Este Carlos Conde y el alcalde Paco de la Torre.

Maribel Pozo, en su infancia, en el centro, de feria en la Colonia San Eugenio.

Maribel Pozo, en su infancia, en el centro, de feria en la Colonia San Eugenio. / Archivo familiar

Maribel Pozo Cruzado nació en 1951 en la calle Fernando Chirino, en la Colonia de San Eugenio.

Persona extrovertida, emprendedora e independiente, estudió en el Colegio de La Goleta y nada más terminar, con 18 años, empezó a trabajar en las oficinas de Pescanova en Duquesa de Parcent. «Era un monstruo con los números, les llevaba toda la contabilidad», recuerda su vecina y amiga Indi. Por cierto que su primer sueldo, subraya Bibi, su hija, lo empleó «para sacarse el carné de conducir».

Maribel llevaba desde los 16 años saliendo con un joven de su misma calle en La Trinidad, diez años mayor que él. Se llamaba Benjamín Fernández, había estado formándose como peluquero de señoras en Londres, y, con el tiempo, se convirtió en uno de los peluqueros más famosos de Málaga.

La diferencia de edad, la profesión y los aires de modernidad de Benjamín, que además lucía barba, algo poco usual en la Málaga capital de los 60, hicieron que el noviazgo no fuera bien recibido por la familia de la novia.

Benjamín Fernández y Maribel Pozo se casaron en la capilla del colegio de ella, La Goleta, en 1970.

Benjamín Fernández y Maribel Pozo se casaron en la capilla del colegio de ella, La Goleta, en 1970. / Archivo familiar

De hecho, la pareja se casó en 1970, en la capilla del Colegio de La Goleta, sin la asistencia de los padres de ella. «Aunque como tenía mucho carácter, salió de su casa vestida de novia», recuerda su hija, que destaca que, con el tiempo, la oposición inicial desapareció.

El matrimonio empezó a vivir en el barrio de La Luz, por entonces a medio construir. Al año siguiente, Maribel y Benjamín se fueron de alquiler a la calle Marín García. Fueron padres de dos hijos, Isaac, en 1971 y Bibiana (Bibi) al año siguiente; momento en el que Maribel Pozo dejó su trabajo en Pescanova para cuidarlos.

Cuando sus niños ya fueron al colegio, empezó a echar a una mano a su marido en la conocida peluquería de la plaza de la Marina, tanto en la contabilidad como lavando cabezas. «Yo también la animaba a hacer cosas, era mi niña», subraya Benjamín.

Pinares de San Antón

Este matrimonio de emprendedores se fue a vivir a Pinares de San Antón hacia 1979, uno de los sueños de Maribel, desde que visitó el Monte San Antón con su colegio.

Primero, estuvieron en una casa cerca del Club de Tenis, pero al quitarle las vistas otra construcción, compraron una parcela sin obstáculos visuales. «Cuando nos vinimos a vivir aquí nos decían que estábamos locos porque no había nadie. Estaba ‘El Pino Rojo’, nosotros y el Castillo de San Antón», recuerda su hija.

Maribel Pozo, acompañado por su marido Benjamín Fernández y por sus hijos, Bibi e Isaac.

Maribel Pozo, acompañada por su marido Benjamín Fernández y por sus hijos, Bibi e Isaac. / Archivo familiar

Como destaca Benjamín, gracias a sus gestiones logró que el Ministerio de la Vivienda considerara la casa de protección oficial.

La buena marcha de la urbanización, sus carencias y el estado del entorno se convirtieron en una obsesión para ella.

Así, esta trinitaria imparable, que llegó a presidir la junta de la comunidad de propietarios y a formar parte de ella en numerosas ocasiones, peleó desde el principio para que el Ayuntamiento recepcionara la urbanización.

Como recuerda Jesús García, vecino, amigo y vocal de la comunidad de propietarios, incluso en plena enfermedad seguía preocupada por el día a día de Pinares. «Maribel, tranquila, que la urbanización puede ir sin ti», recuerda que le comentaba.

Maribel Pozo, en las oficinas de la comunidad de propietarios de Pinares de San Antón con Jesús García, Carlota Thiele e Ignacio de Torres.

Maribel Pozo, en las oficinas de la comunidad de propietarios de Pinares de San Antón con Jesús García, Carlota Thiele e Ignacio de Torres. / Archivo familiar

«Le gustaba ayudar, el respeto a la Naturaleza...ella era así», recuerda su hija, que también resalta que se movilizó contra la Torre del Puerto, además de apoyar a los vecinos de los Callejones del Perchel. Y como recuerda Benjamín Fernández, su mujer también logró la reposición de un panel de cerámica en su Colonia de San Eugenio.

El otro panel, el que la recuerda en el ‘Mirador de Maribel Pozo Cruzado’, escoltado por el San Antón, hace hincapié, bajo el cielo de Málaga que tanto quiso, en que «su memoria permanece viva, como símbolo de generosidad, liderazgo y vocación de servicio».

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