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Crónicas de la ciudad

Un guiño a Hitchcock, a dos pasos del Paseo de Reding

La calle Ovando tiene un peculiar secreto que entronca con el mago del suspense, sin olvidar que, a la vuelta de la esquina, se encuentra una de las calles más sórdidas de Málaga

La escalinata de la calle Ovando, con el paseo de Reding al fondo.

La escalinata de la calle Ovando, con el paseo de Reding al fondo. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

A Alfred Hitchcock se le recuerda, sobre todo, por su etapa americana, en la que coleccionó obras maestras -una película como ‘Vértigo’, si es posible, hay que verla al menos dos veces en la vida; una es demasiado poco-.

Sin embargo, se olvida la etapa en su país natal, la Pérfida Albión, donde ya nos dejó películas tan meritorias como ‘Los 39 escalones’, de 1935; en la que un hombre inocente es acusado de asesinato y se ve envuelto en un laberinto de espías; casi un adelanto de ‘Con la muerte en los talones’, de 1959.

Al hilo de la película británica, quién sabe si el diseñador de la escueta pero ‘recia’ calle Ovando, que une el Paseo de Reding con el entorno de los Campos Elíseos, al pie de Gibralfaro, no fue un gran amante del cine. Así se explicaría que, para coronar esta vía, haya que subir, justamente, 39 escalones.

La calle sórdida

¿Estamos ante un velado homenaje al maestro del suspense? Lo cierto es que, siempre que actuara una actriz rubia, Hitchcock habría estado encantado de rodar en esta cuesta malaguita que endurece las piernas y el ánimo; sobre todo porque, nada más llegar a todo lo alto, a la izquierda el peatón se topará con unas de las calles más deprimentes de Málaga.

Vista de la calle Villamejor, esta semana.

Vista de la calle Villamejor, esta semana. / A.V.

De hecho, más de uno bien se puede preguntar si, de la mano del Ministerio del Tiempo, no ha sido arrojado a la Bucarest de Ceacescu.

La vía en cuestión se llama, paradójicamente, calle Villamejor, un nombre que parece sacado de la neolengua de la novela ‘1984’. Se trata de una sórdida calle sin salida en la que, siguiendo con Gran Bretaña, Jack el Destripador no habría desentonado en absoluto.

La cuestión mejora bastante con la calle de la derecha, calle Ibarra, donde encontramos un elemento muy atractivo: una plataforma mirador al pie de una urbanización con vistas al Cementerio Inglés, ideal para este fin de semana de difuntos.

El mirador al Cementerio Inglés, en la calle Ibarra. La roca del fondo es la que homenajea a los náufragos del buque escuela 'Gneisenau'.

El mirador al Cementerio Inglés, en la calle Ibarra. La roca del fondo es la que homenajea a los náufragos del buque escuela 'Gneisenau'. / A.V.

Este espacio permite toparse así, cara a cara, con la parte posterior del monumento a los marinos naufragados en el buque escuela prusiano ‘Gneisenau’.

Lo más curioso es que este bonito mirador recuerda a otro que existió muy cerca, en los Campos Elíseos. En realidad, y como contamos en esta sección el año pasado, era una sucesión de pistas de patinaje y restaurantes que hicieron las delicias de los malagueños ‘con posibles’ de hacia 1919, contemporáneo, por tanto, de los Baños del Carmen, abiertos un año antes. No hay nada nuevo bajo el sol; ni siquiera subiendo en Málaga unos fatídicos 39 escalones.

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