La edad, el sexo, el grupo étnico, la estatura, los hábitos alimentarios y hasta las enfermedades padecidas. Aunque parezcan simples huesos que sólo sirven para masticar, los dientes de una persona ofrecen toda esa información y más. Por eso una sola pieza dentaria, de las 32 que componen la dentadura de un adulto, puede ser determinante a la hora de averiguar al autor de un delito o identificar el origen de restos que se encuentran en avanzado estado de descomposición. Son los odontólogos forenses, como Joaquín Morilla (Málaga, 1958), quienes se encargan de esta técnica de identificación, tan eficaz y certera, asegura, como la dactiloscopia o el estudio del ADN.

-¿Se puede considerar a la Odontología Forense como una ciencia con autonomía propia o está incluida en otras, como la Antropología Forense?

-La odontología forense está dentro de la Medicina Legal Forense, pero tiene identidad propia y es independiente de la Antropología y de la Paleontología forense. Eso no quita que se complementen. La actividad forense generalmente tiene como finalidad la identificación de personas, tanto vivas como muertas. Donde quizás tiene más relevancia es sobre todo en los grandes desastres o accidentes, donde los cuerpos han quedado muy desfigurados, calcinados o completamente destruidos. En la identificación de personas vivas, es fundamental a la hora de comprobar la identidad de los agresores o detectar abusos sexuales, sobre todo en menores.

-¿Qué poder individualizador tiene una dentadura?

-Aunque parezca increíble, no hay dos bocas iguales. Por eso se habla también de huellas bucales. Cada boca es única y por tanto sirve como elemento identificador.

-¿Dónde se aprecia esa unicidad?

-En la boca hay tres tipos de huellas. La primera la constituyen los dientes, 32 en los adultos y 20 en los niños, con cinco caras cada uno. Si multiplicamos 32 por cinco, imagina cuántas posibilidades hay. Luego están las reposiciones dentales, los implantes, el tamaño, el desgaste... Otra huella está en la disposición de las arrugas del paladar y de los pliegues, que los estudia la palatoscopia o rugoscopia, que se pueden cuantificar y también son únicas en cada persona. La tercera huella la forman las arrugas y los pliegues en los labios -queiloscopia-. Tampoco hay dos personas que los tengan iguales.

-Por tanto, ¿se puede decir que la identificación, cuando es positiva, es tan fiable como la obtenida con una huella dactilar o el estudio del ADN?

-Exacto, es tan fiable como la dactiloscopia o la genética forense. El único inconveniente, como en el resto de técnicas de identificación, es que es imprescindible tener datos previos, como radiografías o fotografías que permitan cotejar después la información obtenida de la muestra. Y eso no siempre es posible, sobre todo con huellas de labios o pliegues de paladares.

-Pero pueden considerarse pruebas indiciarias.

- Claro, eso sí. Las marcas de las barras de labios dejadas, por ejemplo, en un vaso o en una servilleta pueden convertirse en pruebas si luego se cotejan con la de sospechosos. También en algunos moldes que tomamos los dentistas aparecen los pliegues del paladar, por lo que también podría servir como elemento de juicio para cotejar los encontrados después en otros escenarios.

-Como odontólogo forense, ¿defendería esta técnica por encima incluso del estudio del ADN?

-El análisis del ADN es una técnica novedosa, que se utiliza como método infalible para averiguar la identidad de una persona. De hecho, también se pueden extraer muestras de ADN de los dientes, porque dentro de las piezas está la pulpa dentaria adonde también llega sangre. Sin embargo, tanto la dactiloscopia como la odontología forense, aunque más antiguas -la primera en aplicar la odontología forense fue la madre de Cicerón, Agripina, que identificó una cabeza decapitada a partir de su dentadura-, son tan eficaces como el ADN, más rápidas y baratas. En cualquier caso, no se puede hablar de una técnica única ya que lo ideal es reunir el máximo número de datos posibles. La odontología forense es una técnica más que, según los restos hallados, tendrá más o menos importancia y que auxiliará al resto complementando los resultados.

-¿Ha habido casos relevantes en Málaga donde se haya tenido que recurrir a ella?

-Los ha habido y se podría decir que a diario surgen casos en los que la odontología forense podría jugar un papel importante. El problema fundamental, por ejemplo en mi caso que soy un profesional libre, es que aquí en Málaga tiene pocas aplicaciones, porque tanto el Instituto Anatómico Forense, como la Policía Científica envía las muestras a Madrid, no existe un gabinete de identificación o de antropología forense aunque sería necesario y más aquí en esta provincia.

-¿Cuáles son, entonces, los casos en los que solicitan la ayuda de un odontólogo forense?

-Sobre todo para actuaciones periciales, en juicios, donde se evalúan las lesiones bucodentales o se analizan las mordeduras antes citadas. Antes, cualquier odontólogo podía actuar como perito titulado para evaluar un daño bucodental, igual que cualquier médico puede ser requerido para hacer una autopsia, pero cada vez se requiere una mayor especialización. No todo el mundo sabe hacer, por ejemplo, una autopsia bucal.

-¿Qué información se puede extraer de un simple diente?

-Toda la que queramos. Como dice el profesor Reverte Comas, la boca es "la caja negra del organismo" y ya lo decía el naturista Cuvier, "dadme un diente y os diré cómo es el individuo entero, humano o animal". En ciertas ocasiones un solo diente ofrece tantos datos que son suficientes para conocer la identidad del sujeto. Su edad, sexo, el grupo étnico al que pertenece, su estatura incluso los hábitos culinarios y profesionales, por ejemplo en personas que trabajan artesanalmente y se ayudan con la boca, los desgastes que tengan nos pueden indicar cómo masticaban... La dentadura es la parte del cuerpo que más tarda en descomponerse ya que está protegida por los músculos de la cara, por la lengua y la humedad. Además, los dientes están hechos del tejido más resistente del organismo, más incluso que el resto de los huesos.

-¿Qué ocurre cuando hay modificaciones, como piezas que se han caído o están rotas a la hora de cotejar una mordida como prueba de una agresión? Los datos no coincidirán.

-Las modificaciones que hayan podido darse desde que se obtuvieron esos datos hasta los que se tienen en el presente se prevén. Y más teniendo en cuenta que en España se le presta poca atención a la boca -solo el 35% de los ciudadanos acude periódicamente al dentista-. Aunque haya cambiado la anatomía del diente, existe un nexo de causalidad que permite identificar esos cambios. Por ejemplo, las raíces de los dientes son inalterables, los senos maxilares y frontales tampoco cambian. Al no haber dos bocas iguales tampoco hay dos mordidas iguales ya que ninguna persona tiene igual la distribución de los dientes. El análisis de las mordidas es de vital importancia en los casos de agresiones relacionadas generalmente con delitos contra la libertad sexual.

-Decía que también ha tenido gran relevancia para detectar abusos sexuales en menores.

-Sí, quizás los casos con los menores sean los más duros, aunque entonces no son las mordeduras las señales más frecuentes. Se han registrado casos en los que los niños presentan heridas en el paladar que, una vez examinadas, evidencia que ha habido una agresión sexual violenta.