En los terrenos de la antigua Haza de Sixto hay una zona verde desde tiempos del alcalde Cayetano Utrera, a principios de los 70.

El destino de los terrenos, entonces una escombrera, estuvieron en el aire, pues en ellos estaba previsto levantar un colegio, pero cuando se construyó una escuela justo enfrente, llegó el jardín y su transformación en ´parque suntuoso´ a partir de 1982, gracias a la asociación de vecinos de la barriada de Sixto.

El secreto de la suntuosidad es que está vallado y tiene una hora de cierre. Hasta que no vino este invento, el jardín fue refugio de enganchados a la droga.

Ahora, los únicos ´enganchados´ que hay lo son al dominó. Los árboles plantados hace 30 años han tirado para arriba y han creado una sombra muy agradable en todo el jardín.

Ficus, cuatro palmeras washingtonias en una esquina, palmeras canarias, cicas, aloes, rosales... En el parque ha crecido de todo y para que nada importune a la Naturaleza, unos carteles repartidos por todo el jardín recuerdan que no pueden entrar perros y se debe respetar la zona verde.

Además, un par de sendas empedradas cruza este logro vecinal, del que disfrutan todos los que viven en la zona, al ser un parque público.

Un gran ´vacío´ se aprecia en el centro. Falta el parque infantil y se ha quedado el ´suelo recauchutado´ en el que los niños, al caer de la chorraera, ya no adelantan la llegada del Ratoncito Pérez.

Unos jubilados que batallan al dominó comentan que hace dos meses que lo quitaron para colocar uno nuevo, y ya se está echando en falta. Cuando regrese el parque infantil, y a ver si es pronto, este jardín pequeño pero ´intenso´ serán aún más digno de visitar.

La gesta

Ayer, el sombrero de la estatua del Cenachero, en la explanada de la plaza de la Marina, lucía contra su voluntad una pegatina de color naranja bastante hortera. La gesta está clara: un cenutrio escaso en neuronas se encaramó a la obra del escultor Jaime Pimentel para estamparle, en la parte baja del sombrero, un adhesivo cuya extracción costará dinero al Ayuntamiento. El dinero de todos.

Paso de cebra herida

Además del déficit de agua, en Málaga hay una grave carencia de pasos de cebra en óptimas condiciones.

Uno de los rincones más dejados por los responsables de Tráfico es el paso de cebra que hay delante del colegio de los Salesianos, en la calle Eduardo Domínguez Ávila. La última vez que se pintó, todavía vivían Sagasta y Cánovas.

Un paso de cebra tan importante, con un tráfico de peatones ´multitudinario´ durante todo el día, no parece preocupar en exceso al Ayuntamiento, que lleva años sin mover un puñetero pincelito. ¿Seguirá la inmovilidad?