Lo nuevo siempre es más exótico. El precinto que envuelve al recién llegado levanta mucha expectación. Fuegos de artificio como diría aquél. Pero lo fiable suele ser lo que ya estaba en casa, en un rincón y casi cogiendo polvo. Nabil Baha es ese jugador que siempre fue útil, pero que había quedado en el olvido con el paso de las jornadas. Ayer despertó de su letargo y dio un golpe sobre la mesa, como en las historias épicas que envuelven al deporte. Marcó los dos goles de la victoria y se reivindicó como el héroe de la tarde cuando más lo necesitaba su equipo y su hinchada.

Por fortuna para el Málaga, los acontecimientos se precipitaron tras el descanso. Muñiz le dio la alternativa a Baha y éste rescató del armario el espíritu del ascenso. En apenas once minutos sobre el césped centró todos sus malos rollos en la meta rival y fue infalible cuando tuvo que serlo. Dos tantos que sirven para hacer respirar al Málaga, colocarse a siete puntos del descenso y recuperar la confianza ante una semana trascendental.

Porque Baha fue la solución a una ecuación que se antojaba casi indescifrable. El Málaga seguía deambulando por el campo, sin claridad de ideas y sin una referencia en ataque. Pero apareció el franco-marroquí para truncar la racha de tres derrotas consecutivas, para relanzar a este equipo.

Es el africano un tipo tranquilo. No dado a grandes aspavientos. Callado y a lo suyo. Ayer demostró con goles que está preparado para volver al once. Muñiz tendrá que recapacitar ante la escasa aportación de Caicedo.

Ésa fue la mejor noticia justo cuando se mascaba la tragedia. Una derrota ayer hubiera condenado al sufrimiento máximo. Ahora, por lo menos, se mantiene el colchón de puntos con respecto al Valladolid y al Tenerife. Eso sí, ambos conjuntos tendrán que pasar aún por La Rosaleda. Queda una jornada menos y las diferencias se mantienen, buen síntoma.

De vuelta a la realidad, el Málaga no jugó bien durante buena parte del partido. Luchó y corrió como el que más, pero se estrellaba una y otra vez contra el muro amarillo. No era pundonor lo que anhelaba el malaguismo, sino calidad y claridad en los últimos metros para saber definir. Nadie reprocha la entrega a este equipo, pero sí lo cuadriculado que puede ser en ciertos momentos.

La desesperación era palpable hasta que Muñiz supo leer el partido. Los cambios tuvieron un efecto demoledor en el encuentro, ya que el asturiano dio entrada al puñal Valdo y al matador Baha.

La conexión felina entre el leonés y el ´León del Atlas´ sirvió para dar dos zarpazos certeros. El Málaga, con viento a favor, supo administrar su renta y con espacios ya no perdonó.

Aún así, la reflexión debe de quedar patente, ya que ni con la vuelta de Duda –su principal estrella– fue el Málaga capaz de desestabilizar al peor Villarreal que ha pasado por Martiricos en los últimos años.

Eso sí, quedó claro que la ausencia de Weligton es menos dañina para el equipo de lo que se esperaba con Gámez de central. Tanto Iván como el fuengiroleño cumplieron con creces y secaron a una delantera con pedigrí europea.

Lástima que los primeros 45 minutos fueran para tirarlos a la basura. Era la prolongación del encuentro de la pasada jornada en Almería. El Málaga y el Villarreal seguían jugando al gato y al ratón con la pelota. Enfurruñados con el juego, sólo algunas decisiones discutidas de Mejuto levantaban el ánimo en la grada. Era una tarde dura, nada que ver con la recién llegada primavera. Emociones fuertes para un equipo que no terminaba de carburar.

Por eso, las ocasiones se sucedieron con cuentagotas. El Villarreal era muy correoso, pero ni miraba a Munúa. El uruguayo no se estrenó en la primera mitad. Diego López, sí. Benachour no llegó a pase de Caicedo (6´); centro-chut de Duda (18´); y extraordinaria jugada colectiva del luso con Apoño, que Fernando de tacón no acertó a portería. Era más la intención que la sensación de peligro, pero la primera mitad había repartido demasiados bostezos.

Muñiz movió el banquillo y gracias a ello entró el héroe de la tarde. Fue Baha, desde los vestuarios, el que gritaba una oportunidad. Entró el internacional marroquí y le dio un revolcón al partido para sacar al Málaga del agujero negro en el que vivía.

Valdo fue copartícipe, destacado su encuentro. Y cómo no, Duda, que por fin encontró un socio. De las botas del portugués salió el 1-0. Un córner que botó y que Baha envió a las redes (64´).

Quedaba un mundo y mucho que sufrir. Nilmar no atinó en la ocasión más clara de los visitantes (73´), pero el Málaga, a la contra, mató el partido. Baha ya avisó con un control magistral un gran tiro. Pero su sentencia, su justa recompensa en contraprestación a los pitos recibidos unos minutos antes, llegó en la siguiente jugada. Centro de Valdo desde la banda, Obinna la deja pasar y Baha, solo, remacha en semifallo a placer. 2-0 y sosiego en Martiricos.

La victoria pudo ser mucho más amplia si el nigeriano o Mtiliga hubieran estado más atinados, pero el Málaga ya guardaba la pólvora para volver a sacarla el miércoles en las Fallas de Mestalla.