Es un hombre preocupado por su imagen, con un cuidado vestuario y una perilla afilada al milímetro. Fuma. Va con guardaespaldas. Llama la atención. De él dicen que es un hombre preparado, con las ideas claras y con dominio de varios idiomas. Las veces que se ha dirigido a trabajadores del Málaga lo ha hecho en inglés, pero también chapurrea el español. Sabe lo que quiere y aparenta una madurez impropia a sus 29 años. Es Abdullah Mohammed Haj Ghubn, la extensión del jeque Bin Nasser en Málaga. Es el director general del grupo NAS, de las 14 empresas del jeque y la persona que incluso tiene el poder de hablar por él.

Vino hace unas semanas para cerrar la operación de compra con Fernando Sanz y, desde entonces, se ha convertido en su sombra. Su apariencia occidental engaña, porque es árabe de pura cepa. De esos tranquilos y sosegados, algo que choca con Sanz. Hacen vida en Marbella, se suelen reunir por la tarde, y les dan las tantas trabajando. Así ocurría en las negociaciones con el jeque en Doha y sucede ahora también en Marbella. Son así, el sol de la mañana les da calor, algo que también choca con Sanz, acostumbrado a despertarse con el quiquiriquí del gallo. Es más, que algunas apariciones suyas hayan sido por la tarde no es casualidad.

La primera irrupción pública de Abdullah sorprendió. Nadie esperaba a la mano derecha del jeque en el consejo de administración. Y menos con un pin del club en la solapa de la americana. Incluso acudió con una corbata oficial del club que él mismo compró en la tienda de Martiricos. Quería ver La Rosaleda y conocer a los consejeros. Se presentó a ellos con la ayuda de un traductor (un abogado de Garrigues) y a los quince minutos se marchó. Ya camina por Martiricos como si fuera su propia casa. Se ha paseado por las oficinas deteniéndose en algunos despachos y ha podido dialogar con varios empleados de la entidad. Tras cortar a Muñiz, Abdullah y los otros apoderados trabajan ahora en la reestructuración del club, en potenciar y mejorar los diferentes departamentos. Parece que sabe lo que hace. A Sanz lo ha convencido, le hace trasnochar…