Aún recuerdo como si fuera ayer el paso del Málaga CF por la extinta Copa de la UEFA. Todavía tengo en mi retina algunos flashes de aquellas noches mágicas con el Leeds, AEK de Atenas o el propio Boavista. Entonces era un aficionado más, no había dado el salto a la profesión y estaba cautivado por el «EuroMálaga». Como si disputar la UEFA fuera el mayor de los logros posibles. De hecho, era un hito sin precedentes para el malaguismo. Sin embargo, aquella temporada y aquel equipo no engancharon a la ciudad; no al menos en Europa. Posiblemente no se llenó ningún jueves La Rosaleda, salvo en la final de la Intertoto. Sobre todo con el Leeds, hubo más aficionados ingleses que malagueños. Y cierto es que ese año fuimos muchos, pero tampoco los suficientes como para equiparar la grandeza del torneo que teníamos entre manos.

El pasado jueves, sin ser partido continental, La Rosaleda estaba en ebullición contra el Rayo Vallecano, que hace sólo unos meses jugaba en Segunda. Ahora hay hambre fútbol en Málaga. No hay techo a la vista y todo el mundo está subido a la cresta de la ola blanquiazul. Más allá de los magníficos ingresos que supondrían para el club y los propietarios disputar la Champions League o la Liga Europa es mejor calibrar las sensaciones. Y las que ahora mismo tiene el malaguismo son exultantes. Aunque jugase el conjunto blanquiazul el próximo curso el «Torneo de la Galleta», también se llenaría el estadio. No tengo ninguna duda.

Pero no es eso lo que está en juego. El Málaga tiene a tiro de piedra lograr un hecho histórico y cimentar su presencia entre los mejores. Hace tiempo que dejó de ser un aspirante cualquiera para confirmarse como un rival serio entre los equipos que quieren acudir a Europa.

Y eso ya es una victoria. El cuento de hadas continúa. Y de seguir en esta línea, el próximo capítulo de la fábula será estar sentado en la mesa del rey degustando sus golosos manjares. Jugar la Champions está al alcance de muy pocos, pero el Málaga y su afición ya han demostrado que tienen hambre como para zamparse la corte entera. Reserven sitio.