Silencio, medias verdades, informaciones ventajistas y guerra de intereses. Así se podría resumir todo lo que ha rodeado y rodea la lesión de Julio Baptista. Una nebulosa oscura y turbia que ha envuelto en los últimos meses cada paso que el brasileño ha intentado dar. La última piedra en el camino ha sido su enésima recaída. Pero la noticia llega de boca de su fisio en Brasil, otro personaje externo al Málaga CF. Algo que ya ha dejado de sorprender.

Baptista, «La Bestia», hace tiempo que no ruge con la elástica blanquiazul. Su aportación en el terreno de juego la pasada temporada se limitó a cuatro partidos y a un gol estratosférico (posiblemente el más bello de la pasada Liga BBVA). Sin embargo, sus rugidos fuera de los terrenos de juego también han sido silenciados. En esta historia de desencuentros y medias verdades todos han fallado. Primero el jugador, que no ha sabido o no ha podido recuperarse para aportar en el campo, que es con el baremo que se miden a los futbolistas. Pero la política del club en torno a su lesión ha sido equivocada. Y lo peor es que no parece haber acabado.

Me pongo en la piel del Málaga CF y me gustaría imaginar que han intentado proteger al jugador, arroparlo y alejarlo de los medios y afición para restarle presión sobre su lesión. Pero lo que al final se ha alejado ha sido la realidad con cada paso dado en Martiricos desde el 1 de octubre. El jugador no ha pronunciado ni una palabra desde su convalecencia, algo que le ha pesado como una gran losa en su recuperación y en su afán por llegar cuanto antes. Baptista luchaba contra el crono y contra las especulaciones sobre su lesión o su vuelta. Y en el Málaga CF... apenas unos comunicados oficiales y una comparecencia de Hierro arrojando poca luz. Lo peor es que «La Bestia» sigue en cautiverio, pero en Málaga se le espera... con su voz.