Parece que poco a poco Málaga va olvidando las desafortunadas declaraciones que José Mourinho, técnico del Real Madrid, realizó desprestigiando al club blanquiazul hace años. Ayer, a la llegada del conjunto merengue a Málaga, donde hoy (20.00 horas) se enfrenta a los hombres de Pellegrini, no hubo ninguna referencia peyorativa al técnico luso, como sí sucedió en anteriores visitas del Real Madrid a la capital de la Costa del Sol.

Y es que, en esta ocasión, alrededor de 400 personas, en su mayoría niños y adolescentes, aclamaron al técnico luso cuando el autocar blanco hizo acto de presencia en el Hotel Barceló, fuertemente escoltado por la Policía Nacional. Cánticos de «¡José Mourinho, José Mourinho!», entremezclados con el griterío de las aficionadas adolescentes al ver a los Casillas, Cristiano Ronaldo o Sergio Ramos, que fue el más aclamado de todos los jugadores blancos y el único que tuvo un gesto de complicidad con los aficionados madridistas de Málaga, a los que saludó antes de cruzar la puerta del hotel. El resto ni se paró ni tuvieron ningún gesto de cariño con los que allí se congregaban. Muchos cruzaron los 20 metros que separaban el autocar del hotel a la velocidad de la luz y otros, como el alemán Mesut Ozil, no levantaron la cabeza de su telefono móvil. Pese a todo, el público no cesó de cantar y reclamar la atención de sus ídolos; hechos que certifican que Málaga sigue siendo un poco madridista.

Mourinho fue el gran protagonista para una hinchada que tiñó de blanco las inmediaciones de la Estación María Zambrano -donde se encuentra el hotel donde hizo noche el Madrid-.

Pero sin duda, el que más decibelios levantó en la hinchada merengue, sobre todo en la sección femenina, fue Ramos. El defensa internacional levanta pasiones por donde va y ayer se notó a su llegada a Málaga. Incluso, el jugador sevillano consiguió eclipsar la figura de Íker Casillas, un icono para el fútbol español que ayer quedó relegado a un segundo plano por el tirón del de Camas.

Para el público que se acercó hasta el hotel de concentración madridista para ver a sus ídolos se les hizo muy corto, ya que desde que el autocar blanco llegó y la expedición se introdujo en el hotel, no pasaron más de dos minutos.