¿Quién tiene las llaves del gol en el Málaga CF? Por tercera jornada consecutiva, el conjunto de Bernd Schuster cerró los noventa minutos sin saborear el éxtasis de este deporte, la salsa que adereza cualquier partido de fútbol. La pregunta no es baladí y está ahora mismo en el malaguismo, que se volvió a marchar anoche de Martiricos con la sensación de tener a un equipo que dispara con balas de fogueo o que va a la guerra con espadas de madera. Y claro, así es imposible escalar posiciones y alejarse de la zona baja.

La única alegría blanquiazul anoche es la de tener como escudo a un titán, a un pulpo de grandes dimensiones con unos tentáculos capaces de sostener al resto de sus compañeros a base de paradones. Willy es inmenso y él solo casi vale la suma total del resto de la plantilla malaguista. Anoche salvó manos a manos, hizo paradones de reflejos y se partió la cara -literalmente- para frenar al rival. Con Caballero se puede ir a la guerra y sabes que si no la ganas, al menos no la perderás.

Lo cierto es que Málaga y Valencia regalaron en una fría e intempestiva noche malagueña un aseado partido de fútbol con alternativas y con ritmo, lejos de los habituales cero a cero que se ven por ahí. El resultado gafas no pudo ser más engañoso ya que ambos conjuntos hicieron méritos suficientes para marcar más de un gol. En las áreas hubo alternativas, pero dos colosos bajo palos evitaron que blanquiazules y blanquinegros -ayer de naranja-, estrenases el marcador.

Hoy, desde luego, el mérito se lo tienen que llevar Willy Caballero y Diego Alves. Ambos guardametas se ganaron el sueldo con paradones de todos los colores. Brilló más el meta argentino del Málaga, que en un corto periodo de tiempo se tuvo que multiplicar. Especialmente memorable fue su parada con la cara a Parejo, otra más para la galería.

Pero desde luego, el lado menos positivo es que este Málaga, pese a la gran actuación del meta brasileño del Valencia, sigue sin marcar un gol y ya suma tres jornadas consecutivas, no sabe lo que es marcar en este 2014 y es, de largo, el equipo que más veces se ha quedado sin perforar la portería rival -diez partidos-. Suma 19 tantos, pero le cuesta Dios y ayuda acercarse al área rival, disparar y, sobre todo, superar al ´muñeco´.

Con esa carencia el Málaga camina en mitad de la tabla de la clasificación, lo que tiene mucho mérito. Lo positivo es que este Málaga, lejos de marcar goles, sí parece haberle tomado el aire a la competición. Schuster ya parece saber lo que tiene entre manos y se maneja con criterio con la plantilla que tiene. No arriesga, pero tampoco regala nada. El doble pivote con Camacho y Tissone parece innegociable, salvo que Pablo Pérez -que debutó anoche tras llegar su tránsfer- diga lo contrario.

Da la sensación de que hay margen de mejora y que a poco que se entone algún delantero, el círculo se cerrará para bien malaguista. Pero mientras, la carencia está ahí y hay que jugar con ella.

Anoche el Málaga salió a por todas. Samu estaba con ganas de acabar con la sequía con una doble y clara ocasión, pero Alves comenzaba a hacer de las suyas. Un buen Málaga guiado en la dirección por un rejuvenecido Duda ponía en aprietos al nuevo Valencia de Pizzi con juego por las bandas y con transiciones rápidas. Pero el Valencia, con el incordio Piatti y el oportunista Jonas también ponía réplica. Al descanso el empate parecía justo, pero ni mucho menos el cero a cero.

En la reanudación comenzó el recital de Willy. Y Alves, que ya había mostrado sus referencias, se unió a la fiesta de las paradas. Ambos fueron los héroes de sus equipos, que sin embargo no quedaron contentos con el empate. Merecieron más, pero las llaves del gol la tenían ayer los cancerberos.