El Málaga CF adquirió en la matinal de ayer en La Rosaleda licencia para soñar. La goleada infligida al Rayo Vallecano (4-0) permite al conjunto de Javi Gracia mirar de tú a tú a los equipos que luchan por los puestos europeos, además de dejar la zona de descenso a 10 puntos, un colchón más que mullido con el que al menos, hasta el próximo partido, sacar un poco de pecho y disfrutar de la sinfonía casi perfecta que sonó en Martiricos.

Un concierto liderado por la batuta del navarro, implacable a la hora de preparar los partidos, y ejecutada a la perfección por sus músicos, que se saben las partituras ya de memoria y ante el Rayo no fallaron una sola nota. Desde la contundencia a la percusión de la pareja de centrales Sánchez-Weligton y el stopper Camacho, infranqueables durante todo el encuentro; pasando por el preciosismo de los instrumentos de cuerda, con Darder y Amrabat como estiletes; y la perfección y velocidad, propias de un trío de viento, en la ejecución de las melodías por parte de Juanmi y los «Samueles».

Una orquesta engrasada a las mil maravillas que engatusó al Rayo Vallecano desde el pitido inicial con una ocasión clarísimas de Samu Castillejo. La presión adelantada, el ritmo vertiginoso y la fe incondicional en lo que se trabajó durante la semana, fueron las claves de la goleada.

Samuel, con un zurdazo que desvió Ze Castro; Darder, tras una combinación de tiralíneas, Juanmi, con una definición fría y sutil y Amrabat, de penalti, fueron los protagonistas de una obra tan sublime.

Y es que todo salió a pedir de boca en la matinal futbolera de Martiricos. El Málaga mostró su mejor cara del curso, superando incluso el recital de juego del pasado sábado en el Arcángel, ante una Rosaleda que registró el primer lleno de la temporada. El conjunto blanquiazul supo lucir sus mejores galas y mostró sus más mortíferas armas de seducción ante el mayor número de aficionados posible. Además, la presencia de miles de niños por el II Día de la Infancia, deja un poso de malaguismo en la chiquillería vital para que el proceso de «malagueñización» de las nuevas generaciones siga su curso.

Gracia sorprendió dejando a Recio en el banquillo después de su gran puesta en escena en Córdoba. Le dio galones de nuevo a un taciturno Darder, que ayer se borró la melancolía con un partidazo en toda regla. El balear le dio la razón a su entrenador regalando un festival de despliegue, juego combinativo y llegada, coronado todo con un «golito» al filo del descanso.

No se sabe dónde está el techo de este equipo, lo que sí parece es que el entrenador navarro ha dado con la tecla y su once tipo. La competencia en los puestos de arriba es cada vez menor por el gran estado de forma de los «Samueles», Juanmi y Amrabat; que han desbancado a Horta, Luis Alberto y Santa Cruz del once titular. Los canteranos son como abejas, cada vez más certeras a la hora de clavar su aguijón, siendo Amrabat la reina del panal. El marroquí ya es el que encandiló la temporada pasada. Le ha costado entrar en la dinámica del equipo pero ya es el amo y señor del ataque blanquiazul. Con libertad de movimientos, forma con Juanmi una sociedad de altos vuelos.

Y es que el de Coín al fin ha explotado. La promesa se ha convertido en realidad gracias a la confianza de Gracia. El navarro ha visto en el atacante algo más que el resto y éste está de dulce. Ayer además se estrenó en Liga con un tanto con definición de crack.

Cuatro goles como cuatro soles que catapultan a un Málaga en línea ascendente. Tres triunfos consecutivos antes de visitar Anoeta, una plaza difícil pero asequible por las carencias de la Real Sociedad, al filo del descenso y envuelto en un mar de dudas. Malaguistas: hay licencia para soñar.