Ipurúa, el vetusto estadio de la Sociedad Deportiva Eibar, rezuma historia y fútbol añejo por los cuatro costados. Sin duda, el campo del conjunto armero recuerda a épocas pasadas, a partidos de barro y horas de radio. Ahí jugará el Málaga CF mañana su primer partido en Primera, pero el cuarto con la actual denominación -dos en Segunda y uno de Copa del Rey-.

De Ipurúa llama poderosamente la atención su reducida capacidad -5.250 espectadores-, pero también sus dimensiones -103 x 65 metros-, siendo el segundo estadio de Primera más pequeño de la categoría, por detrás de Vallecas.

Jugar en Ipurúa también es sinónimo de fútbol directo, de jugadas a balón parado y de ocasiones casi sin pestañear. La altura juega un papel decisivo y el juego aéreo será uno de los principales argumentos del choque.

Precisamente en esa faceta se mueve con comodidad el equipo de Gaizka Garitano. No en vano, los eibarreses ya han marcado seis de sus 27 goles a testarazo limpio. Precisamente el Málaga, tras el tanto de Recio del pasado sábado, también suma los mismos registros goleadores con la cabeza de sus 31 tantos.

Pero si hay algo que inquieta al malaguismo es la racha negativa que lleva el Eibar. El conjunto armero está en plena crisis de resultados ya que no conoce la victoria en las últimas once jornadas. El Eibar ha pasado de ser el equipo revelación y uno de los rivales del Málaga por entrar en Europa a pelear por no descender.

Y ese es precisamente el factor que más nervio puede desencadenar en el malaguismo, ya que el cartel de «resucitador» parece acompañar al conjunto blanquiazul. Desde luego, tras dos salidas fallidas y con malas sensaciones, el Málaga tiene una buena oportunidad para seguir sumando.