Cada uno en la historia cuenta la cantinela según le sopla el viento. No les puedo decir a ciencia cierta si Moayad Shatat es un mártir del malaguismo, el cordón umbilical que unía a la propiedad catarí con la sociedad malagueña y que evitó que el barco se fuese a pique; o un trabajador bien remunerado de una empresa, que se metió donde no debía, al que el tema de los chinos le ha explotado en las manos y cuyo jefe, un jeque de nombre Al Thani, le ha enseñado amablemente la puerta de salida. Como hizo en su día con Abdullah Ghubn. Con éste, menos amablemente, porque le hizo palmar una cantidad ingente y desvergonzada de pasta. Lo cierto es que el jeque ha aplacado la revolución de Martiricos cortando la cabeza de Shatat. Eso sí que me ha quedado meridianamente claro. Y veremos qué pasa ahora con el resto de los insurrectos, comenzando por Vicente Casado, el director general del club del jeque, que busca financiación externa para darle al Málaga CF un empujón financiero necesario e imprescindible para sobrevivir y aspirar a dar un saltito. Algo que el jeque, en su inopia permanente sobre su club en su mansión de Doha, ni quiere ni desea ni transige ni ha solicitado. Claro que el propietario no pone un euro desde ni se sabe, vive a cuerpo de rey cuando le da por venir a Málaga a cargo de la VISA Oro del club y ahora manda a su hijo mayor a tomar posesión del Málaga CF. El «niño», de 24 años, es ya jeque, colecciona coches de lujo y «dronea» en La Rosaleda... Ahora tiene el encargo de hacer cosas de «hombres». Al Thani seguirá manejando su club por Facebook y Twitter. Para que nadie le eche en cara que no está pendiente del equipo de los malagueños...