Las aficiones del Málaga y del Sevilla abrazaron ayer el inicio de Liga en La Rosaleda, en un ambiente puro de derbi, cargado de tensión, con una grada casi llena, pero también con más insultos entre unos y otros que los que se esperaban. Hubo barra libre, aunque lo mejor es que no hubo que lamentar incidentes reseñables.

Había ganas de fútbol y lo afición lo demostró. Los nervios del estreno, pero agradecidos casi con cualquier acción, los malaguistas se volcaron con su equipo. Un espectacular mosaico de Malaka Hinchas dio la bienvenida mientras que el resto del estadio correspondía con sus mejores galas. Mosaico, leves decorados por la Feria y a lo que importa, el fútbol.

Y ahí el Málaga no defraudó. La afición, casi también de pretemporada, pronto volvió a sentirse orgullosa y motivada. Se aplacaron los nervios del inicio y La Rosaleda volvió a rugir como siempre.

Entre medias, cambio de impresiones con los más de mil sevillistas que se desplazaron hasta Martiricos. Pitos cuando animaba el rival y aplausos y vítores con las ocasiones falladas. Este Málaga gusta y si sigue contando con el apoyo de su parroquia, el fútbol volverá a ser un deporte de culto esta temporada en la avenida de Martiricos.