Las jugadas a balón parado no son, precisamente, el punto fuerte del Málaga CF de Javi Gracia. Por varias razones el equipo blanquiazul no saca rédito a balón parado, por lo que cuando consigue marcar tras una jugada ensayada la importancia del gol adquiere una dimensión superior. Así fue el sábado por la noche con el gol de Adnane Tighadouini, el primero de los dos que el conjunto blanquiazul le endosó al Deportivo de la Coruña y que supone el estreno blanquiazul a pelota parada en esta temporada 2015/16.

Y es que, aunque el propio Javi Gracia haya justificado en varias ocasiones la poca productividad de su equipo a balón parado, lo cierto es que es cuanto menos raro que un equipo con grandes lanzadores y jugadores potentes en el juego aéreo no aproveche más una suerte del juego tan importante en el fútbol moderno.

Gracia achaca que físicamente el Málaga es inferior a la mayoría de los equipos para generar ventajas por alto, pese a tener en liza jugadores como Albentosa, Weligton, Camacho o Recio, que se manejan muy bien en esas lides; además de lanzadores contrastados como Duda, Juanpi o el propio Tigha, que el sábado se destapó con un gran golpeó de balón de libre directo.

En todo caso, el sábado noche el Málaga consiguió quitarse el estigma de poco productivo a balón parado y el laboratorio de el técnico navarro por fin dio sus frutos. Porque el malaguismo ya se había acostumbrado a que cualquier jugada a pelota parada del Málaga acabaría en nada. Córners, faltas laterales, libres directos o indirectos... en la mayoría de los casos el conjunto blanquiazul no sacaba provecho de ese tipo de jugadas.

Hasta el partido contra el Dépor y con la irrupción de Adnane Tighadouini, que borró de un plumazo la incapacidad malaguista para generar goles en jugada de estrategia. En una falta lateral que Arribas cometió sobre el propio jugador marroquí, éste tomó la responsabilidad de lanzar por delante de Duda, al que le pidió lanzar la falta fruto de la confianza que tiene en su golpeo. La decisión no pudo ser mejor.

«Tigha», con la pierna derecha, golpeó el balón a media altura, pasó por una maraña de piernas deportivistas y malaguistas, botó delante de Germán Lux y Weligton acabó por despistar al portero argentino, que solo pudo contemplar como el esférico se colaba en su portería.

Un gol que supuso un alivio para el Málaga en el momento por la importancia, pero en frío, también se celebra por el hecho de salir de una jugada de estrategia. Y es que, el Málaga llevaba 17 partidos sin marcar a balón parado. Fue ante la Real Sociedad en la jornada 29 de la pasada temporada, con un gol de cabeza de Recio tras una falta sacada por Sergi Darder.