El Málaga decepciona otra vez. Y ya van muchas decepciones en esta temporada, que aún no ha llegado al ecuador. Ayer en San Mamés, con un jugador más durante 71 minutos por la expulsión de San José, fue incapaz de genera ocasiones ante un Athletic que vivió muy cómodo pese a estar con 10. Incluso, a balón parado, los de Valverde pudieron llevarse el partido.

Del duelo de ayer lo único positivo es el punto conseguido, que permite al Málaga salir de los puestos de descenso a la espera de lo que suceda hoy en el Espanyol-Levante. Porque lo demás preocupa, y mucho. La falta de calidad de la plantilla es palpable, se ve desde que

comenzó la temporada, pero lo que no es negociable es la actitud, las ganas e ir a por los partidos y ayer, el Málaga, gastó poco de esto.

El equipo está enfermo, depresivo y sin personalidad. Las victorias hay que salir a buscarlas, pero este Málaga, asustado como un niño en el tren de la bruja, se conforma con un empate ante 10 jugadores. El Málaga de Gracia no huele la sangre, no tiene ambición. Y lo peor es que el entrenador parece que no tiene la capacidad para inyectar moral y ganas a una plantilla que ayer dejó una de las peores imágenes del curso al conformarse con un empate a nada. Y eso que el entrenador, al menos, sí tuvo la intención de ir a por el partido con los cambios que realizó -Juanpi por Filipenko, Santa Cruz por Fornals y Ontiveros por Amrabat-. Sustituciones que invitaban a pensar en que el Málaga iba a ir a por el partido, aunque todo quedó en paja.

No digo que Gracia no esté intentando sacar esto adelante. El navarro aún goza del beneplácito del jeque (al menos hasta ayer), pero ya parece que ni los jugadores creen en él ni en su proyecto.

En San Mamés cambió el esquema para darle más consistencia a la defensa con tres centrales. Jugaron Angeleri, Albentosa y Filipenko, que debutó en Liga, y se cargó de la ecuación a Weligton. El experimento le duró 20 minutos, hasta que la expulsión de San José permitió a situar al bielorruso en el centro del campo.

Y eso que el partido comenzó raro. Ni rastro de esa intensidad del Athletic ni el empuje tan característico de San Mamés, más frío que de costumbre. Pero poco a poco, gracias a Raúl García, el encuentro perdió en belleza, pero ganó en intensidad.

El jugador del Athletic desquició a todos en 15 minutos. A Recio, a Angeleri, al árbitro e incluso a sus compañeros... El excolchonero es una mosca cojonera, busca la confrontación más que jugar al fútbol y lo peor es que siempre sale triunfador en ese arte que Luis Aragonés denominaba como «el otro fútbol».

Tal fue el desquicie que sembró Raúl García que el partido se encabronó de manera absurda y a San José se le fue la olla. En una jugada sin trascendencia, Charles llegó tarde y le dejó el pie al centrocampista rojiblanco, que reaccionó agrediendo al delantero malaguista. Álvarez Izquierdo no lo vio, pero a instancias de su cuarto árbitro, que sí le pilló infraganti, le expulsó con roja directa.

Se ponía el partido muy de cara para el Málaga, con uno más con 71 minutos por delante, pero ni así. Más de una hora de un tedioso espectáculo, con el Málaga como gran protagonista por no querer o poder, que no sé lo que es peor, ir a por los tres puntos.

Pintan bastos en Martiricos y actuaciones como la se ayer en San Mamés no ayuda ni un ápice a la moral de la afición, muy minada por todo lo que acontece al club, tanto en lo deportivo como en lo institucional.