La Copa del Rey 2015/16 ya es historia para el Málaga CF. Así, a las primeras de cambio, un equipo de menor categoría, más limitado en todo, pero que a doble partido ha puesto más sobre el césped para avanzar a octavos de final, acabó anoche con cualquier atisbo de ilusión que se pudiera generar entre el malaguismo con un torneo con el que históricamente su equipo no tiene ningún feeling.

Perdió el partido de ida por 2-1 en Anduva y ayer, en La Rosaleda, con más de 13.000 valientes en las gradas, no fueron capaces de remontar al Mirandés, justo vencedor de la eliminatoria por la inoperancia malaguista.

No hay que quitarle ningún mérito a rival, equipo que tiene un idilio con este torneo desde hace años, y que, contra el Málaga, ha puesto muy poquito para llevarse el gato al agua.

Porque esto es un nuevo fracaso de este equipo y de su entrenador, que no ha sabido o no ha querido darle la importancia a esta competición que la afición sí le da. Es cierto que lo que te da de comer es la Liga y que el Málaga no anda, ni mucho menos, sobrado de nada para distraerse con otras historias, pero lo menos que se le puede pedir a un equipo como éste es superar a otro de menor categoría.

Lo cierto es que con lo que puso sobre el césped no le ha servido, ni allí en Anduva ni aquí en Martiricos, para ganarle ninguno de los dos partidos al Mirandés. Dos partidos y dos derrotas que dejan en evidencia al técnico navarro, a los jugadores menos habituales y la falta de compromiso de algunos.

Gracia decidió, como ya hizo en Miranda de Ebro, tirar de los teóricos suplentes, que ayer confirmaron una vez más por qué no tienen más oportunidades en este equipo.

Y eso que este Málaga también cuenta con muchas carencias en su once inicial, por lo que los menos habituales deberían morder en los pocos minutos que tienen para exhibirse.

La eliminación del Málaga supone una nueva decepción en esta temporada, y ya son muchas. El domingo pasado el malaguismo se llevó una alegría con la necesaria victoria frente al Rayo, pero lo de ayer vuelve a confirmar que ese triunfo huele más a que en Vallecas «sonó la flauta» que a una mejoría real del equipo.

Porque el interés del Málaga en la Copa del Rey duró 10 minutos. Los primeros 10 minutos de anoche, donde con un inicio eléctrico y agresivo arrinconaron al Mirandés, superado por las circunstancias. Filipenko, tras un córner; un gol anulado a Tighadouini por fuera de juego y Roque Santa Cruz solo ante el portero... El Málaga llegó con peligro en los primeros compases, pero no supo abrir la lata y se fue apagando.

El Mirandés, mientras tanto, gozó de algunas ocasiones esporádicas, pero no llegó con mucho peligro a las inmediaciones de Ochoa. Apretó el Málaga antes de que echara el telón la primera parte en busca del gol que le pusiera en ventaja en la eliminatoria. Horta, con una maniobra «Zidanesca» que levantó al público, estuvo cerca de conseguirlo, pero su centro-chut se topó con una maraña de piernas rivales. También Filipenko y Recio, con sendos disparos desde la frontal, no encontraron puerta; o Albentosa, con un cabezazo que se marchó lamiendo el palo izquierdo de Raúl.

Con casi toda la segunda parte por delante, Gracia sentó a Camacho, que pese a no estar ni al 60%, demostró que es capital para este equipo. El Málaga, entonces, echó la cortina y en el minuto 74, Lago Júnior se aprovechó de un fallo calamitoso de Horta y Boka para zanjar la eliminatoria.

Gracia no quiso hablar de fracaso y dejó esa valoración a la interpretación de los periodistas y aficionados. Así, con el beneplácito del técnico navarro, lo de ayer sí que fue un fracaso. Uno más. Y encima ante la inminente visita del Atlético de Madrid. Que Dios nos pille confesados.