Hace ya algunos años, los viernes por la noche se emitía en el único canal de pago que había en España el estreno de la semana y poco después, la película X. Ayer el estreno corrió a cargo de Christian Atsu, que dio sus primeras galopadas de blanquiazul, pero los minutos más calientes, los que llevaban los dos rombos futbolísticos, fueron obra de todo el Málaga CF con un juego excelso, vertiginoso y matador. Una demostración de poder de las que no se recordaban en Martiricos. Un conjunto muy superior que aplastó en 45 minutos mágicos a un Getafe superado y desquiciado. La victoria casi se quedó en anécdota, ya que en esta ocasión, las maneras lo fueron todo.

Se encuentra el equipo de Javi Gracia en un momento dulce de la temporada. Todo le sale de cara, en cualquier inconveniente encuentra una solución natural y es casi mejor que la anterior. Si al Málaga le «roban» a su mejor jugador en enero, sale de la chistera Juanpi con tres semanas seguidas siendo el MVP blanquiazul. Si son baja la pareja de centrales titulares, aparece el dúo Filipenko-Torres con solvencia. Si, el Chory cae lesionado, Atsu debuta y lo hace con gol... Quizás sea casualidad o quizás sea la energía positiva que ahora mismo transmite este equipo, donde todo es felicidad.

Y si hay alguien feliz en estos días, ése es Juanpi. El joven venezolano se vistió ayer de estrella, hizo una primera mitad de auténtico fuori di classe y marcó un gol diez recordando a un verdadero «diez». Su gol, casi se podría describir como «Messiano», puso patas arriba La Rosaleda cuando sólo transcurrían diez minutos. En su show particular también se sacó de la chistera un pase casi imposible de descifrar, de los que sólo lo ven los genios, para dejar solo a Charles, que asistió a Atsu en el mano a mano y puso el 2-0. Es decir, que Juanpi marcó el tempo del partido, movió el juego a su antojo y dio velocidad cuando hizo falta, pero también pausa cuando el partido lo requería. Completó unos primeros 45 minutos de auténtico crack. Y no parece que se vaya a quedar ahí.

Con actuaciones así, la gente en Martiricos vuelve a ilusionarse. Puede que haya nacido un nuevo ídolo, el tiempo lo dirá, pero ayer cada balón que pasaba por sus pies levantaba una expectación inusual. Por eso no es casualidad que ayer Martiricos fuera una fiesta, con cánticos, vítores y aplausos para todos. No se escatimó desde la grada en reconocer el magnífico despliegue sobre el césped.

Se podría decir que la noche fue redonda. Y en el magnífico despliegue malaguista, donde Atsu se estrenó con gol, sólo quedaba que Charles, el killer, besara también las mieles del tanto. El brasileño, que parecía en el ocaso de su carrera hace un año en el Celta, ha encontrado en Málaga la titularidad, los goles y la esperada felicidad. Sumó su noveno tanto y apunta a registros también históricos.

Mientras, el Getafe achicaba agua como podía y el conjunto de Gracia se encargaba de dominar el choque. Si los primeros minutos fueron de vértigo, con el segundo gol el equipo blanquiazul levantó el pie del acelerador. Dejó tomar aire a su rival, oteó el horizonte y comenzó a disfrutar. El Málaga, a la media hora de partido ya se sabía vencedor. Y esa sensación difícilmente la había vivido el equipo de Gracia esta temporada. Ni ellos ni la afición.

Comenzó a disfrutar el Málaga, con regates, controles y pases de cara a la galería, haciendo las delicias del personal. No por ello se perdió el orden y el respeto al rival, pero se notaba que había una sensación de superioridad real. Cada rechazo, cada balón dividido o cada carrera tenía de vencedor a un hombre vestido de blanco y azul, con el traje que ayer portaban los superhéroes.

Y el gol de Charles, antes del descanso, en una volea de artista, sólo puso la firma a una gran obra de arte, la de los mejores 45 minutos del Málaga en mucho tiempo.

La segunda mitad, eso sí, fue otro cantar. El Málaga no es que bajara los brazos, es que supo administrar su renta. Entró Horta por el debutante Atsu, y el encuentro bajó en intensidad. Los azulones casi habían arrojado la toalla y el Málaga no quiso hacer sangre. Comenzó a sestear el conjunto blanquiazul y por momentos, la grada acaparó más atención que el verde. En una simbiosis de felicidad, Martiricos vivió quizás su momento más feliz del curso.

Pasaron los minutos con derroche, sin peligro para el marco de Kameni y con el resultado bien atado. Entró Pablo por un lesionado Recio -nada serio-, y Roque Santa Cruz se convirtió en centenario.

El ocaso fue lo de menos, pero los tres puntos definitivos colocan al equipo de Gracia en una posición más que cómoda, con diez puntos sobre el descenso y a cuatro de Europa. ¿Por qué no?