Molesta comenzar la crónica de una magnífica puesta en escena del Málaga en Donosti con la sonrojante actuación de Undiano Mallenco y su arbitraje teledirigido en el encuentro de anoche en Anoeta. Duele porque el conjunto de Javi Gracia mereció ayer los tres puntos, volvió a poner en escena su gran mejoría y debió volverse para Málaga con el zurrón lleno y con el dulce sabor de la victoria. Pero no, otra vez los de negro volvieron a ser decisivos para perjudicar al conjunto blanquiazul y para privarle de un triunfo que habría sido casi definitivo por la salvación y sumamente esperanzador por Europa.

Estas líneas estaban reservadas para ensalzar a un gran Málaga, para destacar a un equipo trabajado y capaz de plantar batalla incluso en el confín de los mares si hiciera falta. En un encuentro de pico y pala, en un choque de obreros, el conjunto blanquiazul edificó un puente hacia la victoria. Un trabajo silencioso y constante que dio sus frutos al poco de arrancar la segunda mitad cuando el croata Duje Cop empujó en línea de gol un centro forzado de Rosales, que por fin había llegado hasta el área rival para sorprender a propios y extraños.

La cuestión es que los derroteros del choque caminaban hacia un 0-1 de manual, de esos que te aúpan la moral y dejan tocado a un rival directo -por lo que aún esté por jugarse-. El Málaga estaba tirando de oficio, rompiendo el juego rival e intentando aprovechar alguna contra. Todo sin pasar demasiados apuros, salvo algunos centros laterales bien solventados por la zaga malaguista. Hasta el último tramo del partido había sabido frenar los arreónes donostiarras y todo parecía encaminado a un final de empuje en busca de la heroica local.

Pero he ahí que entró en escena Undiano Mallenco y su elenco de trencillas. En un rechazo, el ataque realista colgó el balón al área de Kameni «a lo que salga». Primero peinó Xabi Prieto en fuera de juego, para que luego, más solo aún y más en fuera de juego, Agirretxe empalase el balón suelto dentro del área. Ni el delantero vasco se lo creía, pero corrió a celebrarlo para sorpresa txuri urdín y cabreo monumental de los malaguistas.

Ésa fue casi la única ocasión clara de la Real Sociedad en todo el partido, fruto de dos acciones ilegales. Y ahí se esfumaron otros dos puntos. Lo mismo que sucedió hace una semana ante el Real Madrid con el gol en clarísimo fuera de juego de Cristiano Ronaldo. O al igual que ante el Barcelona con el tanto de Munir. E incluso en el Sánchez Pizjuán... La cuestión es que al Málaga, intencionadamente o no, le están sisando demasiado los arbitrajes. Y suerte que no se está jugando los cuartos de momento en el descenso.

Los errores se acumulan y la magnífica puesta en escena del Málaga CF queda solapada por tan pésima gestión de los colegiados. Mientras que los blanquiazules lo bordan, los de negro los destrozan. Un trabajo que sin embargo hay que reseñar y destacar. Porque ayer el conjunto blanquiazul tenía una prueba de fuego, un examen de madurez. Sin Ignacio Camacho en el césped por sanción, cualquier pronóstico era posible. Pero este equipo ha aprendido a vivir con el maño y también a sobrevivir sin él. Los automatismos ya están muy asentados y cada uno puso ayer su granito solidario para que al «6» se le echara lo menos posible en falta. Apostó Gracia por Fornals en su puesto. Al canterano aún le queda camino que recorrer para ser un «Camacho», pero supo lidiar y leer el partido. Se pegó a Recio, ayudó en defensa y sumó kilómetros.

Gracias a ello, el Málaga mantuvo el tipo en los primeros compases del partido, hasta que se estiró demasiado. Entonces la defensa comenzó a hacer su partido perfecto -sólo empañado por el gol en fuera de juego de Agirretxe-. Por la izquierda Ricca debutó, pero su puesta en escena no fue la de un jugador imberbe y recién llegado. Tiene tablas y sabe de qué va esto. Gustó y hasta sorprendió. Por la derecha Rosales se superó. Y es que hasta puso un centro de gol. Los centrales, Albentosa y Weligton, estuvieron inexpugnables. Y bajo ese paraguas el Málaga supo convivir.

Del ataque, poco se hizo notar salvo la solidaridad de Cop y algunos chispazos de Juanpi y Horta. Aún así, Charles y su testa pudieron poner por delante al Málaga en el 32´. Antes, Undiano ya tuvo que expulsar a Íñigo, que derribó a Juanpi cuando ya encaraba al portero Rulli. Sólo enseñó amarilla. La reanudación traería una mejoría local, pero el Málaga se estaba guardando, agazapado y peligroso. Fue en el 56´ cuando Recio abrió de maravilla a Rosales para que asistiera al croata. Jugada de tiralíneas que acabó en gol.

Gracia reculó y apostó por Filipenko para guardar la ropa. El partido quizás lo requería porque para entonces los centros laterales eran la única solución local. Y en una de esas, con Undiano de cómplice, llegó el empate. Un tanto que no impidió que el malaguismo se sintiera ayer mucho más orgulloso de su equipo. Un punto que aleja el descenso a ocho puntos y mantiene al Málaga en la pomada europea.