El 9 de abril del 2013 el malaguismo recibió un disparo en el corazón del que aún no se ha recuperado. Un asalto en toda regla a la ilusión de toda una ciudad que vio cómo le robaron el hito más grande jamás conseguido por su equipo de fútbol. El Málaga, a punto de eliminar a todo un Borussia Dortmund, vivió en sus carnes una de las injusticias más graves que se recuerdan en el mundo del deporte. Un árbitro, persona «non grata» en la Costa del Sol, de nombre Craig Thompson, fue el brazo ejecutor del expolio, cuando concedió como legal un gol del Borussia con hasta cinco jugadores germanos en claro fuera de juego. El equipo alemán remontó en el descuento los goles de Eliseu y Joaquín cuando el Málaga acariciaba con la punta de los dedos las semifinales de la máxima competición continental. El conjunto blanquiazul, dirigido por Manuel Pellegrini, mereció pasar la eliminatoria y no caer de manera tan cruel. El mundo del fútbol se solidarizó con el Málaga y las muestras de indignación y apoyo al malaguismo se hicieron viral en las redes sociales. La herida, pese a que han pasado ya tres años, sigue abierta y nada ni nadie podrá curarla.