El Málaga CF puso en la matinal de ayer un bello epílogo a una temporada que se puede calificar de notable, con una goleada divertida ante Las Palmas por 4-1. Un día que sirvió para que el club consiguiera amarrar la octava plaza y por ende un pellizco mayor en el reparto televisivo, sirvió también para que muchos jugadores se despidieran del club con buen sabor de boca, para que malaguismo eche el telón a un curso con una sonrisa de oreja a oreja o para que el jeque se diera un pequeño baño de multitudes al unirse a los futbolistas en la fiesta sobre el césped -pitos incluidos-.

El partido en sí fue lo de menos, más propio de una pachanga entre dos equipos que no se jugaban más que la octava posición, pero que ofrecieron un espectáculo entretenido y repleto de ocasiones. No se puede esperar menos de dos escuadras que, además de haber cumplido sus objetivos con mucha antelación, son dos ejemplos de que se puede jugar bien al fútbol con plantillas baratas. Cinco goles se vieron ayer en Martiricos, pero pudieron ser muchos más si blanquiazules y amarillos atinan con las muchas oportunidades de las que gozaron.

Los alegres planteamientos de Málaga y Las Palmas contribuyeron a que hubiera goles y ocasiones, sobre todo locales, que en esta ocasión si estuvieron más atinados de cara a puerta. Los goles, que son la esencia y la salsa misma de este deporte, prendieron la mecha para que Martiricos se convirtiera ayer en una inmensa celebración.

Salió el sol en Málaga tras una semana pasada por agua y la afición tenía ganas de fiesta. No se llenó el campo para el final de curso, pero los que estuvieron ayer en el templo blanquiazul lo pasaron de lo lindo con los goles de Cop, Charles (2) y Atsu; pero sobre todo con el ambientazo y la alegría que se vivió en la grada durante toda la segunda mitad, cuando se cantó el himno al unísono, se instó a que Camacho continuara un año más, se hizo la ola y se brindó con el centenar de aficionados amarillos por la permanencia.

Y todo ello con el jeque Al-Thani presidiendo el partido desde el palco, desde donde pudo seguir la goleada más amplia de su equipo en la temporada que ayer echó el telón. El sheik disfrutó de lo lindo de la rabia de Charles tras acabar con una sequía de dos meses sin marcar y terminar la temporada como Pichichi del equipo con 12 goles; y vio también como los cedidos Cop y Atsu, con un chicharrito cada uno, hicieron la última intentona para reivindicarse y ver si el director deportivo Francesc Arnau tiene a bien contar con ellos la próxima temporada.

En todo caso, el equipo se va de vacaciones con la satisfacción del trabajo bien hecho tras cumplir con creces el objetivo de la permanencia y con la única espinita de no haberse enganchado a los puestos europeos cuando lo tuvo al alcance. Pero si se es justo con este equipo, ni el más optimista podría pensar que iba a estar salvado varias jornadas antes de terminar el curso después de haber tocado fondo ante el Granada en la primera vuelta y resucitar de entre los muertos en Vallecas. Desde ahí, la trayectoria blanquiazul siempre fue ascendente y ha competido con no más de 15 jugadores hasta que le ha durado la gasolina.

Se avecinan unas largas y merecidas vacaciones para el equipo, pero también un nuevo verano de incertidumbre en lo deportivo e institucional. Muchos cabos sueltos maneja el club en la planificación de la plantilla de cara a la próxima temporada, con la mitad del equipo en el aire. Eso sí, la única certeza será que el Málaga será equipo de Primera por noveno año consecutivo, un logro que por ser ya habitual no deja de tener importancia.