El Málaga ha dejado de ser un club vendedor. Ahora se remite a las cláusulas de rescisión de jugadores. Es lo que ha ocurrido este verano, en el que el club blanquiazul ha realizado el mayor gasto en jugadores de los tres últimos años (15,5 millones de euros) y, por primera vez desde que se hizo cargo del club, no ha vendido a un solo futbolista. Este verano, el Málaga CF no ha recaudado ni un euro en este concepto. Un cambio de política y de gestión brutal respecto a los últimos años y a lo que ha sido la historia de esta entidad: antes como CD Málaga y ahora como Málaga CF.

Mientras el pasado curso, el Málaga CF se desangraba con las ventas de Juanmi, Samuel, Samu Castillejo, Darder y Pablo Pérez, este verano ha sucedido todo lo contrario. El propietario del club, Abdullah Bin Nasser Al-Thani, no ha hecho caja. No ha vendido ni a un solo futbolista. Las salidas de jugadores se han limitado exclusivamente a decisiones deportivas, no económicas. Se marchó el «Memo» Ochoca, cedido a coste cero al Granada, porque había cuatro extracomunitarios en el plantel. Se rescindió el compromiso de Fabio Espinho. Y se han cedido a dos futbolistas de futuro, pero que ahora no cuadran en los esquemas de Juande Ramos: el portugués Horta y el holandés Tighadouini. Ni una sola venta para «cuadrar» cuentas.

Es cierto que los ingresos televisivos se han disparado para este curso y que, en las últimas temporadas, se ha hecho una labor fundamental a la hora de cuadrar cuentas. De lo contrario, el club estaba abocado a la desaparición porque gastaba tres veces más de lo que ingresaba.

Las diferencias respecto a otras temporadas son sumamente llamativas. No ya por lo que el jeque se ha gastado este verano, sino por lo mucho que ha dejado de invertir. Sin ir más lejos, el pasado mercado veraniego, el club vendió a cinco futbolistas por valor de 37 millones de euros y sólo se gastó 5,55 millones en la compra de nueve jugadores. Así las cosas, el Málaga generó plusvalías tasadas en 31,45 millones de euros, más de 5.000 millones de las antiguas pesetas. Dinero que dio para tapar los muchos agujeros que existían.

El Málaga 2016/17 ha cambiado drásticamente, para orgullo de su afición. El primer movimiento imporante lo dio el jeque al anunciar que recompraba el 45% de los derecho de Ignacio Camacho a un fondo de inversión por unos cinco millones de euros. Fue un movimiento estratégico el de Camacho, que también remató el miércoles al mantener el jeque su intención de no rebajar su venta por debajo d los 18 millones estipulados en su cláusula de salida. Así fue y el West Bromwich Albion se dio la vuelta.

Francesc Arnau arriesgó al gastar 4.700.000 euros al fichar a Michael Santos, un gasto efectuado ahora, aunque su fichaje se apalabró en el pasado mercado invernal, cuando también se hicieron las gestiones de Chory Castro y Ricca, todas con la misma agencia de representación, la de Casal.

El club, desde luego, se mostró ambicioso y realizó por Santos la apuesta más firme. Y por un desconocido para el gran público. El pasado verano se tiró la casa por la ventana por Nordin Amrabat, tras ejecutarse la cláusula de compra, fijada en 3,5 millones de euros.

No quedó ahí la cosa. El Málaga se gastó después cinco «kilos» por Keko, un extremo diestro procedente del Eibar. Y también hubo que pagar 800.000 euros por el africano Koné. El resto de jugadores ha venido en calidad de cedidos, todos a préstamo y a coste cero, y el club se anticipó al fichar a dos futbolistas que quedaban libres: Jony y Sandro. El Málaga ha cambiado. Para inmensa alegría de la hinchada blanquiazul.