Los números y las estadísticas son abrumadoras tras el Barcelona-Málaga del pasado sábado, pero el resultado justifica cualquier análisis intermedio. El fin justifica los medios para Juande Ramos, que consiguió alcanzar el objetivo con el que visitaba el Camp Nou con este Málaga plagado de bajas. El cero a cero, el punto cosechado contra todo pronóstico, mitifica al conjunto blanquiazul por su entrega, su solidaridad y también por su sacrificio defensivo.

La dulce resaca malaguista deja muchas lecturas en Málaga, pero todas coinciden en que el conjunto blanquiazul llevó a la perfección el plan trazado por Juande Ramos en su pizarra. Las discrepancias llegan sobre si era el planteamiento adecuado, una vez que el Málaga se sentía cómodo con el paso de los minutos y el conjunto azulgrana adolecía de la pegada que le otorgan Messi, Luis Suárez e incluso Iniesta con su juego. La cuestión es que el Málaga de los errores defensivos grotescos en esta Liga se convirtió de golpe y porrazo en el de la fiabilidad total. Nadie se salió del guión, no hubo despistes ni tampoco errores que lamentar.

Además, Juande dio unas indicaciones claras a sus jugadores para que las pusieran en práctica sobre el césped barcelonista. De hecho, fueron muy similares a las que Javi Gracia escenificó en sus dos últimas visitas, donde cosechó un balance de una victoria y una derrota, ambas por la mínima.

Es decir, que Juande reforzó su zaga con cinco defensas y con Miguel Torres como jefe de filas. El zaguero madrileño sacó matrícula porque guió con maestría casi cada movimiento de sus compañeros. Llorente jugó de central junto al joven e inexperto Mikel Villanueva. Rosales apenas sufrió con Neymar y Ricca sí tuvo más trabajo de la cuenta con Arda y Sergi Roberto.

Juande sabía que tenía que renunciar a los pasillos exteriores para fortalecer los interiores. Y acumuló jugadores con un doble pivote inédito formado por Fornals y Juanpi. Los extremos también se acumulaban por dentro o realizaban ayudas a los laterales.

Con el balón en los pies, la premisa también era clara: correr. Juande no quería pérdidas injustificadas en las inmediaciones del área o en la salida de balón, de ahí que se abusara del pelotazo en busca de Sandro, que fue una isla solitaria en el ataque.

Incluso Kameni buscaba casi siempre el balón rápido en largo, como cuando Juanmi sorprendió a Bravo hace dos años. Demasiada precipitación, pero el técnico manchego entendía que era el único camino para crear peligro y que no podía salir a campo abierto a tutear a este Barcelona. Juankar, a pase de Juanpi, a punto estuvo de conseguirlo pero no atinó a marcar.

Los números, pese al empate, sí son para olvidar. El Barça tuvo el 81 por ciento de la posesión. Remató 29 veces, aunque 8 de ellas a portería. El Málaga, por su parte, remató 4 veces y sólo en una ocasión a puerta. 14 córners azulgranas por 1 malaguista. O la estadística más llamativa, los 729 pases del Barcelona por 176 del Málaga. Números muy dispares, aunque todo se resume con un 0-0 inolvidable para el malaguismo, ya que es la tercera vez que el conjunto blanquiazul puntúa en el Camp Nou en Liga.