El Málaga no tiene idilio alguno con la Copa del Rey. Ayer se volvió a mostrar otro desencuentro del equipo malaguista con el torneo del KO y ya van unos cuantos a lo largo de la dilatada historia de este club, antes y después de su refundación. No hay feeling alguno entre ambos, no se quieren y parece, a no ser que el Málaga lo arregle en el partido de vuelta en La Rosaleda, que este año vaya a ser cuando salte el amor entre blanquiazules este torneo tan bello que al Málaga no le acaba de entrar por los ojos.

Y es que ayer el equipo albiceleste volvió a no mostrar interés alguno por el trofeo copero y sucumbió con claridad (2-0 ante un Córdoba que pese a llegar al partido completamente out en lo anímico, pasó por encima del Málaga en una segunda parte horrible y que deberá analizar con mucho tiento el míster manchego.

Rodri y Borja, dos buenos futbolistas y destacados en Segunda División, pusieron de cara la eliminatoria para el Córdoba ante todo un Primera como el Málaga, pero que no demostró en los segundos 45 minutos los galones y el mando que debe tener un equipo de mayor categoría para someter a un Segunda.

El de ayer no será un partido que permanecerá en la retina de los malaguistas, aunque sí servirá para sacar algunas conclusiones de cómo no debe jugar este equipo y de los jugadores que sí quieren pelear por un puesto. Es el caso, por ejemplo, de Ontiveros. Juande le dio galones y le otorgó la titularidad y el marbellí fue fiel a su afirmación en la que aseguró, tras su golazo el pasado sábado frente al Dépor, que a él le daba igual jugar en el Camp Nou, en Loja o en La Rosaleda.

La perla de Martiricos se atrevió en todo momento, encaró y probó a un acertado Razak en la primera mitad. De no ser por el guardameta ghanés, el Málaga habría encarrilado la eliminatoria en la primera media hora.

Y es que el cuadro blanquiazul, sin exponer demasiado sobre el césped, fue superior a un Córdoba deprimido y limitado. Duda, Pablo y Juanpi se inflaron a tocar el balón, dominaron y abrieron juego para que «Onti» y Jony ganasen línea de fondo.

Pero el Córdoba se escapó vivo en los primeros 45 minutos. Razak evitó los goles de Juanpi, Ontiveros, Duda o Michael Santos, que probaron al africano con insistencia pero sin suerte. A la falta de acierto de cara a puerta de Málaga hubo que sumarle la fragilidad defensiva de los de Juande, que concedieron demasiado a un Córdoba muy replegado. Y es que, Rodri, delantero blanquiverde, se las arregló una y otra vez para evidenciar las carencias de Llorente, sin ritmo tras su lesión y posterior sanción.

Salvo alguna llegada de más peligro, las oportunidades de los locales no conllevaron grandes dolores de cabeza a un Boyko que dejó un gran sabor de boca en su debut bajo palos. Firme y sobrio por alto, demostró que hay portero si Kameni sufre cualquier contratiempo.

Pero todo cambió tras la reanudación. El Málaga, después de lo visto antes del descanso, se creyó superior al Córdoba, algo muy peligroso en el mundo del fútbol que a la misma velocidad que alguien saca pecho, llega el rival y te lo parte.

El rival se fue arriba, dominó todas las facetas del juego y en este tramo del partido sí consiguió encontrarle las cosquillas a la frágil defensa blanquiazul. Llorente volvió a cantar por alto y Rodri le hizo el lío para hacer el primero ante un Boyko que consiguió neutralizar la primera intentona del ariete.

Juande no reaccionó y su equipo, tampoco, El Córdoba siguió y siguió y un jovencito desconocido como Moha, que salió en los últimos minutos, retrató a Juankar y Villanueva antes de que Borja pusiera el segundo.

La Copa, un torneo que ilusiona al malaguismo pero en el que casi nunca responde el equipo, se ha puesto en latín. El martes, 20 de diciembre a las 21 horas veremos si el Málaga muestra orgullo y quiere seguir en la Copa; o bien prefiere mirar para otro lado y seguir fiel a la historia.