El Málaga culminó ayer una de las semanas más bochornosas en lo deportivo que se recuerdan desde su refundación. Dos derrotas duras, sonrojantes y que no hacen honor a un escudo que merece más respeto. Primero la del Sevilla, el sábado, con cuatro goles en 10 minutos que sonrojaron a todo el malaguismo. Y ayer, ante un Córdoba que, además de volver a mostrar todas las vergüenzas de los de Juande, se llevó el partido y pasó la eliminatoria de manera merecida. El equipo blanquiazul se marcha a las vacaciones navideñas muy tocado y con varios señalados, entre ellos su entrenador, que asistió al juicio público sin inmutarse desde su área técnica ante los gritos unánimes de «¡Juande vete ya!»

Porque La Rosaleda dictó sentencia y apuntó directamente a Boyko, Juande Ramos y Diego Llorente como principales culpables del mal porvenir que se le augura al Málaga en estos últimos días del año. Porque si lo que se vivió en el Pizjuán hace cinco días fue triste, lo de ayer en La Rosaleda no le fue a la zaga y sumó un nuevo ridículo. Un equipo como el Córdoba, de Segunda División, descosió al Málaga a cada acción en la que el equipo blanquiazul sacaba orgullo y casta gracias, en buena parte, al talento y ganas de Sandro, uno de los pocos que ayer se salvó de la quema.

Porque el canario ha demostrado que tiene talento y casta para estar en este equipo o en el que quiera, pero ayer, igual que en el Pizjuán, sus compañeros no le siguieron el juego y a cada arreón del Málaga, el Córdoba golpeó más fuerte para acabar superando y bailando a los albicelestes.

Y eso que los locales saltaron al campo con ganas y vergüenza torera en busca de una complicada remontada tras el 2-0 de la ida. El Málaga mantuvo viva la llama de la esperanza por una posible remontada incluso con el 2-2 al descanso.

A los 18 minutos Sandro puso en jaque al Córdoba con un golazo, pero cuando La Rosaleda empezaba a creer en la remontada, un nuevo y grosero fallo defensivo del Málaga supuso el bajonazo de la grada. El enésimo mal balance defensivo del equipo y una mala posición de Boyko a la hora de salir, propiciaron el empate de Piovaccari.

La empresa se hacía cada vez más difícil, se luchaba contra el resultado y el reloj y sólo Sandro tiraba del carro. El canario volvió a enchufar con un zarpazo seco y ajustado pero incomprensiblemente, el Málaga se dejó empatar nuevamente a los dos minutos con otra verbena defensiva.

La Rosaleda estalló y centró sus iras en el desafortunado Boyko, que una vez más demostró que no es mejor portero que Kameni. La Rosaleda se lo hizo saber a él, al míster manchego y al mundo al corear al unísono «Kameni, Kameni». Porque la noche de ayer fue una velada de cánticos en Martiricos. Diego Llorente también se llevó su hit, aunque el que sin duda más atronó fue el atronador alegato contra Juande.

Y es que un equipo de Segunda, que hace tres partidos cambió de entrenador y coqueteaba con los puestos de descenso a Segunda B, le ha hecho seis goles al Málaga, cuatro en La Rosaleda. Es cierto que ayer el cuadro local tuvo que correr riesgos, pero salió con todo y no se puede justificar el coladero en el que se ha convertido un equipo que la temporada pasada era muy seguro atrás.

Ahora, cada partido es un suplicio, todos sabemos que van a haber uno, dos o tres fallos defensivos, solo hay que sentarse a esperar, contemplar el desastre y lo mal trabajado que está el equipo. Menos mal que arriba hay cierta dinamita y a trancas y barrancas los goles de Sandro y compañía han permitido amortiguar el desastre defensivo.

Ayer lo intentó Juande con una variante introduciendo a Mikel en el lateral zurdo y a Miguel Torres de central, pero ni por esas. Faltan jugadores y bien haría Arnau en tomar nota y buscar refuerzos para un equipo que cierra el año en estado crítico.