Un timo, un engaño, una estafa o un escamoteo claro. Un tongo o una trapalada seria, de las que cuesta olvidar. Llámenlo como quieran y pónganle el sinónimo que más les guste a la que se supone que es la mejor Liga del mundo. Y además, añádanle robo, sisa o hurto al partido. Porque lo que sufrió ayer el Málaga CF en el remozado estadio de La Cerámica fue un cante. Un «mangazo» de aúpa que le impidió traerse los tres puntos de Villarreal y que ha puesto en pie de guerra a todo el malaguismo, desde los jugadores hasta la afición pasando por el cuerpo técnico y los pocos directivos que aún forman la cúpula del club.

Iñaki Vicandi Garrido, el colegiado vasco que perjudicó ayer gravemente al Málaga con dos acciones flagrantes y que incluso se mofó de los jugadores blanquiazules por momentos, tuvo un papel deplorable. El de negro condicionó el resultado final con sus desafortunadas decisiones, cuando iba encaminado a que los tres puntos se quedaran para el conjunto de Marcelo Romero.

Y es que hacer cualquier análisis del partido de la matinal del domingo pasa irremediablemente por hablar del colegiado. Primero porque no señaló uno de los penaltis más claros que se recuerdan en el área del Villarreal. Trigueros agarró clamorosamente a Charles delante del colegiado para impedirle al brasileño que rematara con certeza un centro lateral. Esa acción se produjo en el minuto 55, lo que habría supuesto -de haberlo marcado- el 0-2. No contento con eso amonestó al delantero y a Camacho, ambos por protestar.

Pero sólo 8 minutos después cerraría su horrorosa actuación con otro penalti, esta vez sí señalado pero para los amarillos. En una acción dentro del área, Vicandi señaló la infracción de Rosales sobre Sansone en un balón que el zaguero arrebata abajo al delantero rival. Ver para creer. Del posible 0-2 al 1-1, obra de Bruno -casi infalible- desde el punto de penalti.

Y si dolorosas habían sido las decisiones de Vicandi, más hirientes fueron sus sonrisitas, como se puede ver en la imagen que acompaña a la crónica. El vasco, mientras «mataba» al Málaga, sonreía cínicamente señalando el penalti y la amarilla a Demichelis.

La crónica de un grandísimo empate evidentemente queda empañada por la actuación arbitral. Pero hasta que Vicandi metió mano en el partido, el Málaga hizo un trabajo exquisito y casi impecable. Se había adelantado con un golazo de Charles, de cabeza (14´), que volvió a la titularidad y fue el delantero total que tanto gustó el curso pasado. Se defendió como un titán a las acometidas del Villarreal. Y picoteó como una avispa cuando y como pudo, exigiendo lo máximo de un enorme Asenjo.

Efectivamente, este Málaga muestra síntomas de mejoría y sólo los resultados niegan que el enfermo ya esté en planta y casi dando paseos por la playa. Porque el conjunto de Marcelo Romero acumula varios partidos ofreciendo una imagen de equipo sólido, que ha absorbido sus conceptos y que sólo la mala fortuna o un árbitro caprichoso le impiden abrazar los puntos.

Porque la puesta en escena es para estar orgullosos de este Málaga. No entregó la cuchara el Gato ni tampoco sus jugadores, pese a que el Villarreal era el equipo menos goleado de Primera y el cosos amarillo, uno de los más inexpugnables de la Liga.

La cuestión es que Romero movió el once, dio la titularidad a Charles, Keko, José Rodríguez y Miguel Torres. Y la respuesta fue espectacular. Salió el Málaga sin miedos y sin ataduras. Y en la primera aproximación, Fornals obligó a Asenjo a hacer un paradón.

En la segunda llegada, Charles remató a la red un centro perfecto de Rosales. Golazo, dedicatoria y emoción. El brasileño dejaba atrás un auténtico calvario por las lesiones. El fútbol, a veces, es justo.

A partir de entonces, el Villarreal, sorprendido, dio un paso al frente. El Málaga, con el primer objetivo cumplido, lo dio hacia atrás. El partido comenzó a ser un monólogo amarillo, pero una buena defensa, magníficas ayudas y un gran Kameni evitaron el gol local.

El «Submarino» amasó el balón, aunque no tuvo tantas ocasiones claras como las que habría deseado. Al descanso, el Málaga jugaba con el marcador y el cronómetro. Y en la reanudación, más de lo mismo, aunque con un Málaga más suelto en ataque. En el 55´ llegó el no penalti señalado a Charles y ocho minutos después, el gol del empate en el invento de Vicandi.

El Málaga reaccionó al gol. El guión no siguió siendo el mismo y el conjunto blanquiazul volvió a dar otro paso al frente. Jony, que entró por Keko, fue un puñal y probó varias veces a Asenjo, que se lució en cada acción. También Fornals, motivado por jugar en casa.

Pero fue la expulsión de Soriano (72´), por dar una patada sin balón a Camacho, cuando el Málaga volvió a soñar con el triunfo. Lo intentó Jony y Charles, pero fue el malagueño Samu Castillejo, en el bando rival, el que llevó el peligro con dos acciones de muchos quilates. No marcó, pero a punto estuvo de convertir el empate adulterado en una gran tragedia malaguista.