A los seis años fui por primera vez a La Rosaleda. No lo recuerdo, pero mi abuelo se encargó de recordármelo durante su espléndida vida. Tuve mi primer carnet infantil, en Preferencia Cubierta, entre el pico del área grande y el banquillo del Málaga, a los nueve. Las hogueras del Frente Bokerón y ver de cerca a mi paisano «Pitufo» Azuaga eran un acontecimiento. Me pude pagar mi primer carnet, en Gol, en mi segundo año universitario. El Málaga estaba en Segunda B. Y vivimos, como si de la misma Champions League se tratara, la fase de ascenso a Segunda. En 1999, el Málaga CF subió a Primera, invadimos el césped y tomamos el Centro. Con la grandeza de un club pequeño. Fue el primer gran acontecimiento de un «enano» periódico llamado La Opinión de Málaga. Cuando pasé por su puerta, en plenos fastos, vi colgada una bandera blanquiazul en la terraza de la cuarta plaza.

A los escasos meses entré en esa redacción de Deportes, como «dominguero». Y palpé de inmediato la pasión a unos colores y al malaguismo. Desde un punto de vista periodístico, lógicamente. Tratando de informar, de ser rigurosos y de que nuestro equipo y nuestra afición se vieran reflejados y respaldos en nuestro trabajo. Y así llevamos ya 17 años, a punto ya de cumplir la mayoría de edad, contando la Intertoto, la UEFA, el concurso de acreedores, las idas y venidas de entrenadores, presidentes y jugadores. Soñando con la Champions y callando, asumiendo como parte implicada que hay cosas que es mejor contar de soslayo. Como esos impagos reiterados de los que habló el miércoles Joaquín, en un programa televisivo.

«Jeques son los que tienen los yates en Puerto Banús, el del Málaga no nos pagaba», dijo entre risas el exmalaguista, que estuvo poco acertado centrando sus dos años en la Costa del Sol en ese detalle, tan real, eso sí, como la vida misma. Este periódico se hizo eco de esas palabras, como lo ha hecho de las paranoias de Al-Thani a altas horas de madrugada, con sus amenazas de marcharse, de irse, de...

El jeque Al-Thani prometió hacer grande al Málaga CF y no lo ha hecho, por ahora. El nuevo propietario prometió hacer La Academia (hasta hace dos días no había entregado los papeles en el Ayuntamiento y la Junta), el Puerto de La Bajadilla, ampliar La Rosaleda... Se le adjudicó una rotonda con la velocidad que en Málaga se hacen estas cosas a los forasteros. Porque Al-Thani invirtió más de 120 millones de euros, los mismos que recuperó después, euro a euro, vendiendo a esos mismos futbolistas, sacando réditos de la televisión y asignando sueldos millonarios a él y a sus hijos. Que hace bien, el club es suyo. Igual que hace bien en poner y quitar trabajadores, hombres de confianza, directores económicos, deportivos y hasta delegados.

Aquí seguirá La Opinión, contando, explicando, indagando e informando. Siendo un periódico de corazón gigante y malaguista. Como es grande nuestro Málaga, aunque no gane Ligas ni Copas ni pelee por títulos. Este periódico estaba aquí cuando su familia real catarí que ahora le da de lado venía a veranear a la Costa del Sol, seguirá estando con el Málaga en Champions, en Intertoto, en Primera o en Segunda, y lo seguirá haciendo cuando lo venda, cuando lo mantenga muchos años o cuando un juez se lo arrebate. Sirviendo a nuestros lectores y, por supuesto, también al club, a nuestro club. Porque nuestro Málaga CF está por encima de su propietario.