No creo que a ningún malaguista, visto lo visto durante toda la pretemporada, le sorprenda la derrota que cosechó el Málaga CF en el debut liguero de anoche ante el Eibar por 0-1. El cuadro de Míchel fue fiel a lo que ha venido mostrando en los test veraniegos y se dejó los primeros tres puntos del curso al evidenciar falta de ideas, poca profundidad de banquillo, necesidad de asimilar los conceptos del entrenador y fichajes: fichajes con experiencia y no experimentos que den poso a un plantel al que le faltan cosas.

Y es que el Málaga aguantó el peso del partido hasta que a Kuzmanovic le duró la gasolina. En la segunda mitad, un exmalaguista, para más inri, ajustició a un Málaga que se diluyó en los últimos 45 minutos, donde el Eibar demostró que es un equipo diesel y que nunca le pierde la cara al partido.

Es cierto que este Málaga aún está en construcción y que las ideas de Míchel quizás aún necesiten más tiempo para que se materialicen sobre el césped. El madrileño dejó claro con el esquema inicial que se siente más cómodo con una defensa de tres centrales y dos carrileros. Una medida lógica si se tiene en cuenta la falta de músculo en la medular con la ausencia de un pivote defensivo al uso, tras la venta de Camacho.

Pero la realidad es que ayer ese esquema más arropado en la defensa tampoco funcionó. No se esperaba Míchel tantos desajustes defensivos pese a poblar la zaga de efectivos. Rosales se vio superado por Inui, Baysse pagó la novatada en su estreno en Primera División y Juankar no tuvo incidencia en ataque como suele mostrar.

Aún así, el Málaga no fue inferior al Eibar en la primera mitad. Kuzmanovic mandó e incluso por momentos se gustó en la medular. Si el suizo aumenta su capacidad física y su ritmo de competición, el Málaga habrá encontrado un organizador más que potable. Eso sí, este equipo reclama como el comer la presencia de un stopper que neutralice el fútbol del rival. Porque ni Kuzmanovic ni Recio son recuperadores y tampoco existe entre los integrantes de la actual plantilla esa figura tan oscura como necesaria en el fútbol actual.

Kuzmanovic encendió las reservas de combustible al filo del descanso, y ya no las recuperó. Míchel optó por mantenerlo en el campo, pero ya el balón no circulaba en el Málaga con la velocidad y criterio que al inicio del partido.

De hecho, el Eibar salió más enchufado de la caseta y sometió a un Málaga que dejó de creer en su idea. Baysse y Luis Hernández sufrían, los laterales tampoco se mostraban contundentes y Adrián, que jugó durante el partido en tres posiciones diferentes, no terminaba de encontrarse en ninguna de ellas.

En el peor momento del Málaga fue cuando llegó el gol armero. Un centro de José Ángel, lateral talentoso que en su día pretendió el club de Martiricos, lo cabeceó a gol un exmalaguista, Charles Dias. El brasileño, extramotivado en su regreso a La Rosaleda tras dejarlo marchar el Málaga este verano, puso la puntilla a su equipo.

No celebró el gol y pidió perdón, aunque en la primera jugada del partido intentó engañar al árbitro y batir a Roberto con la mano. Medié Jiménez, debutante en la categoría, vio la artimaña del ariete y anuló el tanto con su consecuente tarjeta amarilla.

Pero lo que no vio fue, con el Málaga ya a la desesperada, un penalti sobre Ontiveros. Míchel dio entrada al canterano y a Jony para abrir las bandas y cambiar el sistema. «Onti» aún no está ni al 50% de su rendimiento tras más de tres meses en el dique seco, pero aún así mostró cierto peligro. El de Marbella, cuando se recupere del todo, apunta a ser pieza clave en este equipo que carece de velocidad.

El Málaga tampoco metió al Eibar en su área. Los de Mendilibar tiraron de un oficio que les sobra para mantener su renta y sumar los tres primeros puntos de la temporada. Un resultado que no sorprendió a la mayoría de los aficionados malaguistas. El equipo blanquiazul sigue en pretemporada y el plazo de fichajes sigue abierto. Que tomen nota en la zona noble.