El vaso con el Málaga CF es difícil verlo medio lleno tras cosechar sólo un punto de 24 posibles, pero si el conjunto blanquiazul pretende seguir vivo y aspirar a la salvación -algo que históricamente ya sería toda una machada- debe fijarse por el momento en su objetivo más inmediato, que es el de dar caza al decimoséptimo de la clasificación, y olvidarse de conseguir, por el momento, una meta tan lejana como los teóricos 40 puntos.

En ese sentido, tras cerrarse anoche la octava jornada de Liga, el Málaga sólo se encuentra a dos partidos de la zona de salvación, de vivir fuera de la zona roja. Es decir, dos victorias para dar caza a uno de esos rivales directos, lo que haría ver el panorama de otra manera, sin duda.

Tras el duelo de anoche en tierras canarias, que acabó derrota de la UD Las Palmas sobre el Celta, las miradas malaguistas deben centrarse en Girona y los canarios, que están con seis puntos -a cinco de distancia-. Es decir, que los daños se han minimizado esta jornada en la que el Málaga CF ha vuelto a perder pero que los rivales no han conseguido sumar.

La zona baja de la clasificación ya toma forma y aunque el Málaga CF es con diferencia el peor clasificado, los rivales también suman despacio, con pasitos que no le alejan de un hipotético arreón blanquiazul, si es que algún día acaba llegando. El décimo, por ejemplo, sólo está a diez puntos.

En cualquier caso, las estadísticas están en contra del Málaga porque además de ser uno de los peores colistas de la historia, ningún equipo con el actual sistema de competición -la victoria tiene un valor de tres puntos-, ha conseguido regatear un inicio tan negativo.

El único precedente al que agarrarse es del Jaén en la temporada 56-57, aunque era una liga de 16 equipos y la victoria tenía un valor de dos puntos. El Málaga debe pelear hasta el final y aunque los números digan que es difícil, el corazón debe tener fe.