Al Málaga le ha mirado un tuerto. Cuando parecía que el conjunto blanquiazul iba a sumar su primera victoria del curso, aunque fuera en Copa ante un Segunda División, los de Míchel tiraron el trabajo realizado durante 90 minutos en dos jugadas a balón parado. En el rechace de un córner y luego en una falta lateral, los de Jagoba Arrasate voltearon el choque en el minuto 92 y 94 para dar ventaja a los numantinos en la eliminatoria.

Una victoria, pese a no influir en su trayectoria liguera, hubiera sido un impulso moral para los malagueños, pero ni cuando ya parecía hecha llegó. Fue un encuentro feo, con poco fútbol y con pocas ocasiones. De hecho el tanto malaguista vino en casi la única ocasión clara de gol para los de Míchel. Recio se sacó un disparo excepcional de falta directa a la escuadra de la portería de Munir y puso en ventaja al Málaga en eliminatoria a los 21 minutos de juego.

Sin embargo, pese a ir en ventaja, los malagueños no conseguían hacerse con el control ante un rival de categoría inferior y el partido se jugó en el centro del campo con errores constantes de uno y otro equipo en la creación de acciones ofensivas.

Poco más cabe destacar del encuentro en cuanto al aspecto ofensivo hasta el tiempo de descuento. Cuando ya parecía que el equipo dirigido por Míchel se iba a dar la primera alegría de la temporada y se iba a llevar un resultado positivo para la vuelta en La Rosaleda, llegó el desastre. En dos acciones a balón parado, los de Arrasate dieron la vuelta al choque en el tiempo de descuento para desesperación de jugadores y técnico blanquiazul.

Primero, Nacho cazó en la frontal un rechace tras un córner para batir de tiro bajo potente a Andrés y solo dos minutos más tarde, en la última acción del choque, el malagueño Escassi aprovechaba el rebote de su propio cabezazo al palo para remachar al fondo de la red y poner el 2-1.

No hay manera de que el Málaga levante cabeza. Más allá del resultado, que deja todo abierto para la vuelta en Málaga, lo preocupante fue de nuevo el juego del equipo y la producción ofensiva ante un rival de Segunda División. Y ahora a esto hay que sumarle la fragilidad para defender acciones a balón parado. Con todo por decidir, la vuelta se jugará en tres semanas en La Rosaleda.

Sin tiempo para lamentarse por un nuevo tropiezo hay que cambiar el chip de forma inmediata porque los malagueños tienen una auténtica final el domingo en su feudo ante el Celta de Vigo con la obligación de sumar su primer triunfo en Liga sí o sí.