El Málaga CF continúa acrecentando su estado de descomposición con paso firme, triste, dañino para él mismo y para todos los que le rodean, y dando muestras de su enorme incapacidad para competir ya incluso contra equipos de menor categoría. El conjunto blanquiazul, empeñado en convertirse en uno de los peores equipos de la historia malaguista, volvió a dejar anoche otro capítulo grotesco para su memoria. Otra mancha difícil de olvidar que ahonda mucho más en la perenne crisis en la que se encuentra sumida esta plantilla.

Dos goles, ambos en la prolongación, mandaron al traste todo el trabajo hecho durante 92 minutos de juego para perder la ida de los dieciseisavos de final ante el Numancia en Los Pajaritos (2-1) y para dar la sensación de que más hondo ya no se puede caer esta temporada, aunque quede todo un mundo para demostrarlo.

El Málaga fue un bloque sin brillo y sin confianza en su juego, pero quizás consciente de sus limitaciones y sin desconexiones. Hasta que llegó el descuento. Ahí la sinrazón se apoderó del conjunto blanquiazul. Y en dos minutos vergonzantes, el Málaga regaló su hasta entonces trabajada victoria para convertirla en una sonrojante derrota. Casi se podría decir que tuvo tintes «dortmundianos», con todo lo que supone para el malaguismo recordar esa fatídica noche. Dos goles encajados en la prolongación para acabar perdiendo no tienen otro símil en la retina blanquiazul. Aunque con la gran diferencia que aquella cita se fraguó en plena Champions, el rival era el Borussia de Dortmund y el escenario un repleto Westfalenstadion apretando al máximo, no un Numancia de Segunda en la Copa con unos Pajaritos semivacíos.

No, no vuelve a haber explicación lógica ni tampoco puede haber paños calientes para esta plantilla. No se puede mirar para otro lado pensando que la Copa no interesa ni tampoco reducir la culpabilidad a sólo dos minutos de desconexión. El Málaga es un cadáver andante y hoy por hoy es imposible que consiga ganar a un rival mortal, salvo que pase una hecatombre.

Anoche, lo que podía ser un bálsamo para currar las heridas ligueras se convirtió en todo un tormento. Ya lo advertíamos en la previa, que de no aplicarse, el Málaga sufriría y que de no cosechar un resultado positivo, todo lo bueno que podía dejar la Copa se podía convertir en arma arrojadiza.

Y así ha sido. Porque el Málaga se inmoló cuando más fácil lo tenía. Porque con todo el trabajo hecho, decidió romperlo para seguir con su estado catatónico. Se había quitado el conjunto de Míchel algunos estigmas en tierras sorianas. Había visto portería, lejos de casa y se había puesto por vez primera por delante en el marcador. Poca broma para un equipo que sólo cosechaba golpe tras golpe. Pero en esta ocasión, Recio, con una falta impecable (21'), puso en ventaja al conjunto blanquiazul.

Cierto es que no había hecho méritos para ello, pero un caramelo tras tantos sinsabores no era cuestión de rechazarlo.

El Málaga, que poco más que se había mantenido ordenado intentando no pasar apuros, se marchaba al descanso con ventaja. Ver para creer porque la línea de creación ni estaba ni se le esperaba. El único disparo a portería malaguista había sido el gol. Aún así, victoria momentánea.

En la reanudación, el Numancia subió su intensidad y también expuso su declaración de intenciones. Comenzó a poner a prueba a Andrés Prieto. Un mal córner defendido nada más llegar de vestuarios era una advertencia. Un disparo de Nacho fuera (50') o un cabezazo de Higinio en el 66' que se fue ronzado el gol, fueron mensajes claros. Hasta que empezó el carrusel de cambios. El partido se puso al ralentí y la situación parecía dominada por el Málaga, que no había pasado mayores apuros. Incluso Borja Bastón pudo poner el segundo en un córner (80'), pero su cabezazo quedó demasiado centrado.

Entonces llegaron los minutos del descalabro. Míchel no supo o no pudo leer el partido y atrincheró a sus jugadores en busca de un triunfo necesitado. Pero sobre todo fueron los blanquiazules los que se pegaron dos tiros en los pies, con malas defensas, acciones precipitadas y desconexiones ya habituales en este plantel.

El final ya lo saben. Primero Nacho en el 93' tras el rechazo de un córner. Y acto seguido, en una falta lateral, el malagueño Escassi -sí, para más inri- remató -en fuera de juego, otra vez, por si fuera poco- tras recoger su rechazo al palo para marcar a placer.

La eliminatoria se resolverá a finales de noviembre en La Rosaleda. Poco importa ahora. Lo único válido es que la resaca copera deja a un Málaga más hundido y desvalido que antes de jugarla. Y el Celta asoma para el domingo. Miedo.