Igual de duro que un parto. Así fue la primera victoria del Málaga CF. Un triunfo cargado de tintes épicos, emoción y liberación. Tres puntos vitales ante el Celta y que agarran al Málaga a Primera División con todas las de la ley. Es pronto quizás para hablar de permanencias, descensos y asuntos tan extremos, pero el cariz que estaba tomando este equipo teñía el duelo de anoche ante el Celta con los colores de una batalla con olor a finalísima.

El Málaga lo sabía, conocedor que rivales de «su» Liga habían hecho los deberes en un fin de semana cargado de sorpresas. Adrián adelantó a los blanquiazules al filo del descanso tras aprovechar un barullo en el área, Iago Aspas empató en la segunda parte con un remate defectuoso con el hombro y Recio, de penalti y cuando el malaguismo se temía lo peor, puso el 2-1 definitivo y el éxtasis en la grada.

Porque al Málaga ayer poco se le puede reprochar. Sigue demostrando carencias, fallos y desconexiones propias de un equipo tocado, herido y a veces sin alma. Pero ante el Celta supo canalizar todo ese mal y a la heroica, con una gran carga de testiculina, supo cerrar una primera victoria del curso que sirve como bálsamo.

Salió el Málaga bien. Incluso, parecía que los nervios y la tensión por la mala situación que vive el equipo se quedaron en el vestuario, o al menos lo interiorizaron. Y eso que saltaron al césped sabiendo que lo que tenían por delante era una situación casi límite. A siete puntos de la permanencia y 90 minutos por delante para tratar de conseguir un triunfo, por lo civil o por lo criminal.

Los locales, llevados en volandas por una afición de 10, asumieron el peso del partido. El Málaga mandó desde el inicio, sin florituras, que el horno no está para bollos, pero con cierta determinación. Se asomó a la portería rival en más ocasiones que en otros partidos y la grada grito «uy» con asiduidad. El Málaga era mejor y merecía un gol. Lo intentaron Peñaranda, Chory, Keko y Juanpi, que reclamó un penalti, pero la maldita pelotita no terminaba por entrar.

El Celta casi no generó acciones, salvo un fallo defensivo que dejó Iago Aspas libre de marca dentro del área, pero su cabezazo se marchó alto.

Y cuando ya nadie lo esperaba llegó el gol del Málaga al filo del descanso. Una falta lateral botada por Recio la envió Baysseal larguero de chilena y Adrián, pillo como el solo, se adelantó a una maraña de piernas para adelantar al Málaga. Fue marcar y pitar el final de la primera parte. Un gol liberador, terapéutico que ponía al Málaga por delante en el marcador por primera vez en esta temporada.

Ahora tocaba ver cómo gestionaba esa ventaja un equipo vírgen hasta el momento en esas lides. Y lo cierto es que sufrió de lo lindo. Salió a la segunda parte sin la tensión del inicio, terminó por dar un paso atrás y el Celta olió el miedo. Los de Unzué, cargados de calidad, sometieron a un Málaga que se defendía como podía. Los nervios llegaron y con ellos los fallos y las dudas. Así empezó a avisar el Celta, hasta que Aspas, con un remate defectuoso con el hombro, enmudeció por un momento el coliseo blanquiazul. Era imposible no pensar en ese momento todas las veces que el Málaga había besado la lona durante esta temporada, las veces que cada vez que le habían marcado se había diluido como un azucarillo.

Pero ayer no iba a ser ese día. La afición volvió a enchufar al equipo, que se defendía como gato panza arriba y salía al ataque a arreones. En uno de ellos llegó el penalti que propició el segundo gol malaguista. Cabral utilizó las manos dentro del área, Jaime Latre lo vio y Recio, asumiendo galones, no falló.

El Málaga estuvo astuto y supo cerrar el partido. Además, Roberto obró el primer gran milagro de la temporada al sacar dos claras ocasiones del Celta al filo del descuento.

Los malaguistas sonríen, hay motivos para ello, pero esta victoria y la forma de conseguirlo anuncia una temporada solo apta para valientes. ¡Sí se puede!