El primer equipo del Málaga CF le debe mucho, por no decir todo, a su afición. Si la hinchada blanquiazul ya había demostrado a lo largo de los años una pasión incondicional por sus colores, ayer fue más determinante si cabe para que el Málaga sumara tres puntos vitales y que le agarran a Primera División.

Porque los seguidores blanquiazules pusieron la primera piedra para edificar el triunfo ante el Celta. La gente, el socio, el aficionado de a pie fue el principal culpable de la resurrección malaguista en una noche para el recuerdo. Es cierto que aún no se ha conseguido nada, la permanencia sigue a dos partidos, pero la comunión entre equipo y afición fue digna de mención.

Porque la hinchada hizo real el lema «Aquí nadie se rinde» impulsado por la Grada de Animación desde hace días. La situación era límite y una vez más, la afición no solo estuvo a la altura de las circunstancias, sino que superó las expectativas.

Desde horas antes comenzó a calentar el partido con un recibimiento de Champions a un equipo que llevaba un solo punto en la clasificación y aún no había ganado. La torcida blanquiazul sabía que lo de ayer iba a ser una guerra futbolística y que debía empujar con todo para llevar a su equipo a la gloria.

Y es que, la afición marcó el primer gol antes de que Adrián adelantara al Málaga. Con un regusto a final, la gente no paró de animar y alentar a los suyos. Había nervios, lamentos y alguna desesperación ante los fallos de algunos jugadores, pero rápidamente reseteaban y volvían a animar.

El gol de Adrián fue un subidón casi sin precedentes en La Rosaleda. Liberación total para una hinchada que lo está pasando mal. En la segunda, aunque a la gente le costó entrar en faena, pronto volvió a darse cuenta de lo que se jugaba el equipo y no paró de alentar. No enmudeció cuando Aspas empató y continuó empujando sin cesar.

Desquiciados por el árbitro, la gente supo meterle la presión suficiente y con cada acción errónea de Jaime Latre los decibelios aumentaban. Así llegó el penalti cometido por Cabral y el éxtasis cuando Recio marcaba el segundo y se señalaba el escudo.

Porque ese gol del paleño lo metieron ayer 28.000. Los mismos 28.000 que fueron protagonistas y principales artífices de un triunfo vital.

La afición ya le ha marcado el camino al equipo y juntos forman un tándem que tiene que ser difícil de batir.