La situación del Málaga CF en esta Liga no hay clavo ardiendo que la sostenga con 14 puntos en su haber, tres partidos ganados y ninguno desde que José González se hizo cargo del banquillo. Pero en el seno de la plantilla, más por honor que por convencimiento, se niegan a claudicar y miran a las matemáticas como único aliado para conseguir el milagro de la permanencia.

En ese sentido, el conjunto blanquiazul quiere mirarse en el espejo del único equipo que ha logrado salir del pozo del descenso en el último tramo de la temporada, en una situación similar a la que está el Málaga. Fue el Espanyol en la temporada 2008/09, que tras la llegada de Pochettino encadenó 22 puntos en los últimos nueve partidos de Liga para conseguir una permanencia que se había puesto casi imposible.

Lo cierto es que la empresa es incluso más complicada para los intereses malaguistas, que tienen una desventaja de 13 puntos con la permanencia con 27 puntos por jugar. Así, el Málaga debería incluso atinar más que el cuadro barcelonés si pretende aspirar a un milagro cada vez más lejano.

El club, que ya se mueve de cara al curso que viene con planteamientos de estar en Segunda División, no confía en que el equipo sufra una mutación de tales dimensiones y que consiga la machada, pero mientras que las matemáticas no dicten lo contrario en Martiricos prefieren apurar las opciones de cara a la opinión pública y trabajar con vistas a Segunda de puertas hacia dentro.

Las matemáticas en este sentido son claras. Al Málaga solo le vale ganar casi todos los puntos que están en juego, superar la treintena de puntos y ver qué hacen sus rivales directos, cada vez más distanciados en la tabla.

Lo cierto es que en el malaguismo nadie cree en la quimera, aunque un triunfo el próximo domingo ante el Villarreal podría insuflar un balón de optimismo. El partido contra el submarino amarillo es clave. Ganar no garantiza, ni mucho menos, la salvación, pero sí al menos algo en que creer. Mientras si se pierde el domingo a las 18.30 horas, el Málaga certificará irremediablemente el descenso aunque mantenga aún opciones matemáticas.

Habrá que ver cómo reacciona el público el Domingo de Resurrección. La afición, castigada por su propio equipo jornada tras jornada, está harta y este domingo, si el equipo no da la cara como ha sucedido en los últimos partidos, la hinchada acabará por explotar. De momento, la afición ha seguido acudiendo a La Rosaleda «religiosamente», pero si el descenso acaba por certificarse, los cuatro partidos que aún le quedan en Martiricos tras el de este domingo con el Villarreal el ambiente se haría más irrespirable todavía.