Ni el peor Málaga ni tampoco el mejor Madrid. Ése es el resumen de una noche que posiblemente no pasará a la historia por el partido de unos y de otros, pero que quedará en el recuerdo por la puesta en escena de Isco Alarcón, un malagueño que evoca los recuerdos más placenteros del malaguismo pero que a fin de cuentas ya sólo son eso, recuerdos muy alejados de la triste realidad que vive a día de hoy el Málaga CF.

El Málaga de anoche nunca pudo plantarle cara al Real Madrid. No al menos para discutirle el resultado al conjunto blanco. No pudo pelear por sus mínimas opciones de supervivencia en la categoría y tampoco por darle una alegría a su afición. Pero sin embargo, poco se le puede achacar al conjunto blanquiazul. Porque una vez sabido que los de José González no dan para más, la puesta en escena no estuvo alejada de la realidad. El Málaga fue un equipo gris que corrió detrás del balón, que peleó hasta que le llegó la gasolina y que tuvo la fortuna de que los blancos jugaron con el equipo B, además de que no tenían casi nada en juego.

Cuando las diferencias son tan grandes es difícil calcular si unos u otros han estado a su mejor nivel. Es por ello que un aseado Málaga, posiblemente con mejor puesta en escena que ante otros rivales del mismo pedigrí que han pasado por Martiricos este año, no pudo con un Madrid sobrado y al ralentí, que jugó al son que marcó Isco Alarcón.

El malagueño fue puro caviar en La Rosaleda. «¡Al fin!», pensarán los madridistas, ya que hasta la fecha el de Arroyo de la Miel había sido un aliado cada vez que se medía al Málaga CF. Pero anoche desparramó el tarro de las esencias como cuando lo hacía de blanquiazul. Seguro que lo recuerdan porque fue hace sólo cinco años. Fueron dos temporadas de pura fantasía, como cuando se echó al equipo a las espaldas en el debut de la Champions ante el Zenit o cuando ganó la eliminatoria de octavos contra el Oporto. Isco siempre ha sido Isco en Málaga. Aunque lleve la camiseta del Madrid o la del Manchester City. Su corazón es blanquiazul, que es lo que importa.

Por eso ayer no hubo reproches. Y quizás por eso también hubo menos dolor. El Madrid ganó porque es mejor. Es algo que ya estaba asumido en el ambiente, que se palpaba. Pero el malagueño, con su show, anestesió cualquier atisbo de reproche.

Porque no hay que olvidar que el Málaga es un cadáver. Y que lo viene siendo desde hace mucho tiempo. Pero ahora ya está a las puertas de la morgue. Porque el jueves, ante el Levante, puede certificar de manera definitiva y matemática su descenso. Un horror que de tanto repetirlo ya casi está asumido.

Por eso el «folclore» de este tipo de partidos casi que supera al malaguismo. Demasiado ruido para un velatorio. Muchas luces para guardar luto. La Málaga futbolera quiere ver a su equipo en Primera contra el Madrid o en Segunda contra el Llagostera. No le importa. Y estará ahí mañana, cuando se consume el descenso. Y estará también en junio, cuando haya que renovar el carnet.

Por eso el resultado de ayer es lo de menos, dando ya por hecho el descenso, claro está. Pero al menos la imagen acompañó. El Málaga saltó al terreno de juego con brío, ordenado e intentado no claudicar a las primeras de cambio contra el Real Madrid.

Y pese a que los blancos venían con el equipo B, la calidad de los teóricos suplentes es infinitamente mayor. Iban a otra velocidad, con y sin balón en los pies. Y eso también se hacía notar. En el Málaga, sólo Rolan hablaba el mismo idioma. El uruguayo es ahora el mejor malaguista con diferencia. Encara, regatea y hasta tiene gol, como viene demostrando en las últimas jornadas.

Tras las primeras acometidas blancas, el Málaga comenzó a soltarse. Pero los madridistas seguían sin dar concesiones. Hasta que apareció Isco. El malagueño hizo un par de genialidades y provocó la falta que dio lugar al gol. Él lo hizo todo, hasta pedir perdón por el tanto.

La primera mitad se cerró con un mano a mano de Iturra con Keylor que pudo cambiar el resultado momentáneo, pero que el meta blanco desbarató.

En la reanudación, el Málaga subió sus prestaciones, pero el Madrid controlaba el partido. Entró Bueno por Lacen para darle más presencia ofensiva, pero ni por esas. No consiguió superar a Keylor, que tuvo más trabajo que en la primera mitad, pero que lo resolvió con acierto. Y de nuevo Isco volvió a aparecer, antes de marcharse, para asistir a Casimiro en el segundo. Un pase para empujarlo (63').

De nuevo el Madrid volvió a tomar el mando. Y con 0-2 no quiso hacer sangre. El Málaga no se descompuso, aunque dio concesiones, como el mano a mano de Ramos que paró Roberto. Y en las postrimerías, Rolan puso el 1-2 en un tanto que recompensa el esfuerzo malaguista y que cerró un partido más, pero también otro menos para la sentencia final.