El leitmotiv de Luis Aragonés, la frase de cabecera del Sabio de Hortaleza con ese «ganar, ganar y volver a ganar», tiene su versión 2.0 en Juan Ramón López Muñiz con el «sumar, sumar y volver a sumar». A eso se agarra el entrenador del Málaga CF para ascender. Eso intenta inculcar a cada uno de sus jugadores con aplomo y constancia. Y de momento parece encontrar resultados, como el de ayer, en un empate que estuvo quizás más lejos de Martiricos que cerca, pese a los acontecimientos.

Porque el de ayer, no nos engañemos, era un partido de 'palmatori' malaguista de toda la vida tal y como se venía desarrollando la película. Incluso pese a ir ganando, con el tanto carambolesco de Alfred N'Diaye en la segunda parte y tras la expulsión de Quique para estar un cuarto de hora largo con un hombre más sobre el campo, muchos pensaban que la derrota sería el desenlace cruel. Es lógico, porque el Málaga viene de unos años caóticos, donde la tostada siempre ha caído del lado de la mermelada.

Pero esa suerte ha cambiado. Bueno, más bien pueden llamarlo oficio. Y los mismos que firmaban el empate tras una primera mitad deprimente del Málaga CF puede que fueran también los mismos que se tiraban de los pelos a la conclusión del partido en Riazor. Está claro que el partido de los de Muñiz es como la botella, que se puede ver medio llena o medio vacía, pero la realidad es que los malaguistas se volvieron con un punto en el casillero tras visitar uno de los estadios más complejos de la Liga 123. Es decir, lo que viene siendo sumar, sumar y volver a sumar.

Yendo más allá, ahondado en la doble lectura y el poso ambiguo que deja el uno a uno en Coruña, no altera se mire como se mire el liderato malaguista. Tampoco sabemos si el Málaga sale más reforzado de su visita a Riazor o lo hace con alguna duda, ya que pierde cierta renta con sus rivales y no ha sido capaz de imponerse a dos de sus archienemigos directos. Y habrá que esperar para ver si las salidas de Las Palmas y Dépor, donde no se ha podido ganar, son un síntoma o un peaje de una competición igualada a la par de exigente.

Pero aquí nos mojamos y damos por bueno el empate, el punto ante un rival directo que por momentos puso contra las cuerdas al equipo de Muñiz. Si de salida la visita a Riazor era compleja, con el balón sobre el césped y tras 45 minutos iniciales de pachorra, se antojaba casi misión imposible sacar algo positivo de tierras gallegas. Pero este Málaga, aunque no ofrezca su mejor nivel, tiene un oficio para moverse por la delgada línea de los partidos que ni el mejor funcionario del mes. Si no hay brillo en el ataque, siempre habrá trabajo solidario en la defensa. Y con esa premisa es difícil perder, tal y como sucedió ayer.

A ello se agarró el Málaga CF en la primera mitad. Con mucha distancia entre la delantera y la zaga, y ante la falta de lucidez ofensiva y creativa, se parapetó en la portería de Munir. Tuvo dosis de fortuna, como en un disparo de Quique (4') u otro de Carles Gil (11') tras pérdida de Juanpi. Pero al descanso llegó sin lamentar daños y con la sensación de que todo debía y tenía que mejorar.

Y así fue. En la reanudación el partido se movió por derroteros similares en cuanto a igualdad y pocas ocasiones. Pero el Málaga, en acciones a balón parado, llevaba peligro. Fue en un saque de banda, en una larga jugada, donde N'Diaye recogió el balón suelto dentro del área tras disparo de Adrián. Marcó el africano, que ponía le partido en franquicia (54').

Pero quedaba un mundo para le final. El Málaga, como viene siendo habitual, comenzó a cerrar las líneas defensivas, dio un paso atrás y se volvió a parapetar.

Tenía éxito su plan porque el trabajo de Munir era escaso. Pero este Dépor también tiene pólvora arriba y en un despiste al cerrar un córner, Carlos Fernández empató (76').

El malaguismo comenzaba a temerse lo peor con 15 minutos por delante, pero llegó la acción más polémica del partido, con la expulsión -aparentemente rigurosa- de Quique González tras su intento fallido de chilena y tras golpear la testa de Luis Hernández. Se quedaba con uno menos el equipo local y el partido volvía a cambiar de dinámica.

Cierto es que si Harper llega a estar más certero (82') o si el centro de Pacheco encuentra rematador (91'), los tres puntos habrían lanzado al Málaga CF en la clasificación. Pero quizás el conjunto blanquiazul tenía ayer algo más que perder que ganar en los minutos final. Y por eso, sumar, sumar y volver a sumar es una buena noticia.