Hay partidos que se ganan por inercia, otros por calidad y algunos, cuando vienen mal dadas, donde hay que sacar a relucir esa casta y entrega que tienen los equipos ganadores, ese plus que no aparecen en las estadísticas ni en los datos oficiales, pero que marcan la diferencia cuando tienen que hacerlo. Ayer fue un día de esos, de los que había que poner sobre la mesa algo más que fútbol para amarrar los tres puntos. Y este Málaga CF, el líder incontestable de la Liga 123, se desprendió de su sobriedad de la primera mitad para desatarse en la segunda, para sacar un auténtico vendaval de fútbol con el que arrollar al Albacete y darle la vuelta al marcador para sellar una remontada trepidante.

Y lo hizo a lomos de Blanco Leschuk, un delantero descomunal que ha caído de pie en Málaga. Pero también con un Ontiveros estelar, un Hicham eléctrico y un Juanpi recuperado. Todos ellos, bajo la sabia batuta de Muñiz desde el banquillo, voltearon el partido en tres minutos para dar un golpe en la mesa de la Liga y advertir, ya de paso a los próximos osados que vengan a toser al Málaga CF, que a este líder no se le cabrea.

Porque este Málaga CF que dicen que aburre y que no merece los 22 puntos que ya lleva en su casillero puso a flor de piel La Rosaleda. Si en la primera mitad templó y dominó con buen toque y manejo, en la segunda explotó el pulsómetro del malaguismo. Levantó a la afición de su asiento, sacó el entusiasmo y recuperó ese ambiente mágico que convierte Martiricos en un lugar especial, donde la comunión entre equipo y afición es imperturbable.

Porque el de ayer no fue un partido más. Y dejó de serlo en el momento que el Málaga CF encajó el primer gol, de penalti, obra de Bela (58'). La Rosaleda comenzó a animar casi como si el gol hubiera sido malaguista. Y entre ambos, a pleno rendimiento, engullieron a un Albacete más que digno, a un rival muy complicado que quería irse con un botín de Málaga. Y si no es por el buen hacer malaguista, así habría sido.

El partido tuvo dos velocidades, como si fueran dos melodías bien diferenciadas. La primera, en los iniciales 45 minutos, el tiempo transcurrió al son que el Málaga CF quiso. Una percusión lenta -Muñiz colocó de inicio un equipo más de control y de pase que de velocidad y ruptura al espacio-, pausada, vigilada y con buen manejo. El equipo blanquiazul dio buena cuenta de que sabe mover la pelota, que tiene mimbres para jugar a ser el dominador del choque.

Pero esa ventaja sobre el césped no se manifestó en el marcador. Iván, Harper o un renovado Juanpi no encontraron el último pase hacia el gol, pese a las oportunidades que tuvieron. Tampoco Kiesezk se hizo notar en demasía, lo que evidenció un partido sin grandes ocasiones.

Pero en la segunda mitad la percusión cambió y todos los instrumentos comenzaron a sonar casi a la vez. Y fue por culpa del Albacete, que decidió meterle otra velocidad al choque. Salió respondón el equipo de Ramis. Primero con una internada de Bela con pase de la muerte pero sin rematador. Luego con un penalti no señalado a los manchegos. Y posteriormente con un remate acrobático de Zozulya que no entró por poco. Todo ello fue la antesala del gol visitante, que llegó tras una falta inocente de Pau al delantero ucraniano.

Muñiz, que ya había introducido a Ontiveros, metió ipso facto a Hicham. Y el partido, entonces sí, comenzó a sonar a música de batalla épica. Tanto que en menos de diez minutos el Málaga fue un torrente de fútbol ofensivo suficiente como para poner en aprietos a su rival y como para darle la vuelta al marcador en la mayor demostración de poderío malaguista hasta la fecha.

Y con caudal ofensivo, los buenos brillan. Y ése lo es el argentino Blanco Leschuk. Ambos goles fueron de listo, de pillo. Quizás una de sus virtudes menos destacadas, pero que sirven también para sumar.

El primero llegó tras córner de Ontiveros, con el 'killer' blanquiazul en el segundo palo para empujarla. La remontada, tres minutos después (67'), en un cabezazo tras un mal despeje a un centro blanquiazul. Remontada y La Rosaleda patas arriba. Parecía fácil, pero ni mucho menos lo había sido.

El Málaga, tras remontar, siguió apretando. Seguramente espoleado por su afición, que volvió a jugar un papel decisivo esta temporada. Así, Ontiveros emergió. El malagueño, que no fue titular, pudo dejar uno de los goles de la temporada con un trallazo descomunal al larguero tras conducción desde el centro del campo (78').

Apretó el Albacete los últimos minutos y el Málaga se parapetó para no pasar apuros. Fue una victoria de las que hacen afición, un triunfo que asusta a rivales y tres puntos que abren brecha. Un círculo completo para seguir liderando, con mano firme, la Liga 123.