Hace semanas que Gustavo Blanco Leschuk se había convertido en toda una sensación en la Liga 123, pero ahora es ya el faro de este Málaga CF, que se agarra a su calidad y sus goles para seguir líder y para convertir La Rosaleda en terreno vedado para los rivales. El argentino, un delantero superlativo, marcó anoche dos tantos de rematador puro, pero dejó tantos detalles de calidad que la solidaria entrada para ver el triunfo sobre el Numancia valió sin duda la pena. No fue un gran partido del conjunto de Muñiz, no desplegó todo su arsenal, pero volvió a demostrar que en casa contra este tipo de rivales va sobrado. Y eso, en esta categoría tan perra, no es poco.

Al partido, además del impoluto despliegue del ´9´ blanquiazul, hay que añadirle un par de condicionantes sumamente importantes. Y es que el Málaga desequilibró el partido cada vez que salió de vestuarios. Lo hizo nada más comenzar, en el primer minuto de juego. Y marcó el segundo en los dos minutos de la segunda parte. Fin. Es el equipo de Muñiz un equipo tan desagradecido para intentar meterle mano que cuando se pone por delante tiene pie y medio en el triunfo.

Por eso el partido anduvo con ritmo lento, con cierta espesura de ideas y sin grandes alardes blanquiazules. No le hizo falta al Málaga mostrar su mejor versión porque con dos chispazos ya estaba finiquitado el envite. Pero no debe el conjunto blanquiazul pecar de conformismo porque su mejor virtud, la plasticidad con la que maneja el tempo del partido, puede convertirse también en su mayor defecto ante su afición.

Porque anoche, muchos se frotaban las manos con el 1-0 de Blanco Leschuk nada más comenzar. El Málaga, que cuenta sus partidos con victoria en casa en lo que va de Liga (6), con sólo un gol encajado en Martiricos y con el liderato de nuevo en el bolsillo, debería pasar por encima del Numancia, que no sabe lo que es ganar lejos de Los Pajaritos y que viene de una goleada en Las Palmas.

Pero no, el Málaga rebajó el partido, lo durmió y lo acostó a la espera de que los minutos pasasen. Dio un paso atrás, junto líneas para resguardarse del frío y vio cómo los rojillos tenían la pelota, pero ni mucho menos llevaban el peligro a la meta de Munir.

El mejor jugador del mes de septiembre fue un espectador más, un hombre que ayer se ganó el sueldo no por su inestimable trabajo, sino por aguantar el frío sin lamentos. En cualquier caso, al descanso el 1-0 parecía una renta mínima para un Málaga que era muy superior, pero que había llevado un caudal ofensivo escaso pese haber tenido todo de cara.

Pero que nadie se piense que en este equipo de guerreros no hay hueco para los finos estilistas. Y es que es difícil, por ejemplo, ver la actual versión de Juanpi y compararla con la de los dos últimos años. Ahora, de base, cualquier jugador blanquiazul tiene que correr como si la vida le fuera en ello. Y después, con el balón en los pies, demostrar que está en el mayor aspirante al ascenso.

Algo debió decirles Muñiz al descanso porque el conjunto blanquiazul salió con el cuchillo entre los dientes. Y fruto de ello, dos claras ocasiones de Blanco, un córner casi olímpico de Pacheco y el segundo de la noche del argentino, que encontró en Koné a su mejor socio anoche.

El africano, que jugaba su primer partido en Liga como titular, no defraudó y mostró su potencial. Harper también habrá tomado nota de que debe espabilar.

Con el 2-0, el Málaga se gustó. Dejó algunos detalles de calidad, aunque tampoco profundizó en el área rival. Y el Numancia, salvo por alguna ocasión que pilló atento a Munir, no dio muchas señales de vida.

Se marchó el Málaga con un triunfo cómodo, con la sensación de tener a uno de los mejores delanteros de la categoría en sus filas y con el liderato de nuevo en el bolsillo. Ahora toca ganar fuera.