Fue tan novedoso que casi ni se notó. La presencia de Al-Thani en el palco de La Rosaleda más de año y medio después creó una indiferencia total en el malaguismo. El presidente del Málaga CF llegó con tiempo a la cita, antes de arrancar el partido, risueño y saludando a unos y a otros. El dirigente se sentó en su sillón presidencial flanqueado a derecha por su hija Hamyan, que es también CEO de La Academia y que con esa imagen pública se consolida como su mano derecha. A su izquierda, sin embargo, se encontraba el presidente del Granada, Jiang Lizhang, el vicepresidente nazarí Pepe Macanás y Martín Aguilar, consejero del Málaga.

Al-Thani, camisa blanca, americana negra y pantalones claros, se mostró afable y dialogante. Parecía encantando de volver, como si no hubiera pasado el tiempo. Pero quedaba ver la respuesta de la afición hacia su presidente, si habría reproches o críticas por la dejadez del club y por el descenso a Segunda.

Nada de eso ocurrió. El malaguismo pasó completamente de puntillas al respecto. Ni un cántico ni un pañuelo ni ninguna alabanza ni tampoco recriminación al respecto. Al-Thani, por lo tanto, llegó, vio al Málaga perder y se marchó. Posiblemente para el próximo compromiso del Málaga CF en La Rosaleda, contra el Cádiz, ya no esté el dirigente, pero sí continuará la afición fiel que ayer dio otra demostración del porqué es una de las mejores de España.

Y es que la jornada de convivencia entre malaguistas y granadinos fue digna de elogiar. Los datos oficiales hablaban de una entrada que rondaba los 23.000 espectadores, pero la sensación fue de un estadio casi lleno. En un lado, la notable afición nazarí con casi un millar de desplazados. En el otro, la Grada de Animación y el resto de La Rosaleda. El combate de aficiones fue casi más interesante que el partido. Y al final del choque, como hermanos.

Porque hubo hermanamiento de peñas, aficiones y de amigos cruzados. Fue la fiesta del fútbol en la que Al-Thani sólo fue un espectador más.