La Rosaleda ya no es lo que era a principios de temporada. El Málaga CF ha bajado su rendimiento como local de manera alarmante en los últimos partidos, al mismo tiempo que también ha disminuido de manera drástica la afluencia de público desde que comenzara el 2019. El empate del viernes ante la UD Almería (1-1), pese a las buenas intenciones del equipo durante más de una hora de partido, así lo confirma: El templo malaguista está deprimido y sólo el equipo de Muñiz tiene la llave para volver a enganchar a la gente en pos del objetivo del ascenso.

Y es que, el 1-1 en el derbi andaluz no solo supuso un jarro de agua fría para la afición blanquiazul, que ya se veía líder de Segunda y presionando al Granada, sino que además confirmó que el Málaga ya no es ése reloj suizo como local que era a comienzos de curso.

Porque la precisión con la que el Málaga arranco LaLiga 123 en La Rosaleda asustaba los rivales. Siete de siete triunfos posibles en Martiricos tenían la culpa. Una racha formidable que permitía al cuadro de Muñiz no bajar de los puestos altos pese a mostrarse más irregular como visitante.

Así las cosas, desde que el Granada consiguiera asaltar La Rosaleda en la jornada 16, el equipo se ha vuelto más vulnerable en casa. Los últimos cinco partidos como local así lo demuestran, con un balance de dos victorias, dos derrotas y un empate, acompañados de un bagaje goleador negativo de cuatro tantos a favor y seis en contra. Los triunfos llegaron ante Cádiz (1-0) y Lugo (2-1); mientras que las derrotas han sido muy doloras, ante el Granada (0-1), un rival directo; y la inexplicable contra el Reus (0-3). Siete puntos de 15 posibles merman las posibilidades malaguistas en su objetivo de ascender.

Además, esta irregular nueva dinámica como local está repercutiendo de forma directa en el socio del Málaga CF. Las cifras de afluencia en los últimos partidos así lo confirman, con una bajada alarmante respecto al primer tramo de curso. Los horarios y el frío seguro que algo tienen que ver en que la gente se quede en casa, pero no de forma tan masiva como está sucediendo en este arranque de 2019.

El Málaga arrancó el año ante el Reus, donde acudieron 16.058 espectadores, después recibió al Lugo (12.758) y el viernes contra la UD Almería asistieron 13.313 aficionados. Cifras muy por debajo de los 20.000 abonados con los que cuenta el club para esta temporada 2018/19.

Esta sangría de espectadores preocupa, y mucho, a todos los estamentos del club. En las oficinas de la entidad son conscientes que el objetivo del ascenso pasa por volver a hacer de La Rosaleda un fortín y el discurso, tanto de jugadores, entrenador y director deportivo, se mueven en esos parámetros.

El próximo domingo se avecina una buena piedra de toque para medir el pulso de la afición. Llega La Palmas, uno de los gallitos de la categoría y que debe devolver el colorido a la grada.