Hay quien dice que el Málaga CF es el Atlético de Madrid de Segunda División, un equipo bien armado, que parece sufrir y que con muy poco te acaba matando. Ambos aprovechan cualquier resquicio para doblegar a sus rivales: ganar como forma de vida. Sea como sea y cueste lo que cueste. Así lo hizo ayer el conjunto blanquiazul en el Cerro del Espino ante el Rayo Majadahonda en un angustioso encuentro en el que se llevó los tres puntos gracias a un solitario gol de Adrián (otra vez), para volver a los puestos de ascenso directo a Primera.

Este equipo no será estético ni brillante, no será un derroche a la hora de generar ocasiones ni un ciclón en ataque, pero sí es competitivo y un ejemplo de eficacia. Dos tiros a puerta ayer y un gol. ¡Qué fácil es el fútbol cuando la pelotita entra!. Porque lo cierto es que hasta el gol de Adrián, que se está convirtiendo en el fiel reflejo de aquel Antonio Hidalgo del último ascenso blanquiazul a Primera, durante 78 minutos la propuesta futbolística del Málaga había sido insufrible.

Llegaba el Málaga a Majadahonda después de tres empates consecutivos y envuelto en un ambiente enrarecido. Quizás, por lo propuesto por ambos equipos sobre el maltrecho césped del Cerro del Espino, otro empate habría sido a lo máximo que debía aspirar el cuadro de Muñiz. Pero Adrián no entiende de esas cosas y volvió a ver puerta para certificar que su arranque de 2019 está siendo vigoroso en lo que a goles se refiere. De los seis que ya suma en Liga (iguala a Blanco Leschuk como máximo artillero del equipo) cuatro han sido en el presente año. Letal.

El madrileño, al que todavía se le discute por Málaga por un sector del malaguismo por su mala pasada temporada, tiene el don del gol y eso, en este equipo que tan poco genera, es una auténtica bendición. El fútbol son goles y de eso Adrián va sobrado.

En todo caso, el magnífico resultado no debe esconder varias realidades. Es cierto que con la clasificación en la mano es complicado reprocharle nada a este equipo, pero sentarse y dejarlo todo para ver jugar a este Málaga es un auténtico suplicio.

El Málaga gana los partidos por rigor, orden táctico y calidad arriba, que para eso es el Málaga y tiene recursos económicos para contar con mejores jugadores que el 98% de equipos de la categoría. Por supuesto es mejor que el Rayo Majadahonda, pese a que el modesto equipo madrileño propusiera algo más ayer y gozara de las mejores ocasiones.

Munir se encargó, sobre todo en la primera parte, de aplacar el ímpetu del exmalaguista Héctor Hernández, extra motivado contra el equipo que no le quiso. El canario buscó el gol con ahínco pero el guardameta marroquí, con dos paradones, evitó la vendetta. Luego lo consiguió, pero la jugada estaba anulada por previo fuera de juego de un compañero.

El Málaga, sin proponer absolutamente nada en ataque y con varios jugadores capitales sin estar en su mejor momento, echó de menos a Blanco Leschuk, ya que Seleznov no está aún para muchos trotes. Pacheco dio un paso al frente y fue el mejor en un partido muy plano de casi todos.

En definitiva, victoria sin brillo para un Málaga que necesitaba un chute de autoestima como éste para no dejar de creer en el 'método Muñiz'. Un triunfo de mayor valor porque todos sus rivales directos, salvo el Granada, pincharon en una jornada redonda para los intereses malaguistas, que esta semana afrontan con nuevos bríos la preparación del partidazo contra el Dépor.