Paso de gigante hacia el play off. Era de esos días donde el Málaga CF. Tras cuatro meses sin lograr el triunfo en La Rosaleda, llegaba otro choque crucial a Martiricos, en esta ocasión ya fuera de los puestos que dan derecho a jugar las eliminatorias por el ascenso y sin margen de error, y ahí el conjunto blanquiazul tiró de coraje y corazón para sacar tres puntos más sufridos de lo que el marcador reflejó. De coraje, garra y corazón y de un Ontiveros. Pese al 3-0 definitivo, los de Víctor Sánchez del Amo tuvieron que sudar de lo lindo, después de 60 minutos en inferioridad numérica tras la expulsión de Keidi Bare, para regresar a los puestos de privilegio y aclarar el camino del ascenso.

Una cosa está clara, este equipo despierta algo diferente en la afición desde el cambio de entrenador. La actitud de 11 guerreros que no dejan de correr sobre el césped, valientes, liberados y sin miedo a ir a por un segundo tanto tras marcar el primero hace que su hinchada les empuje y necesiten muy poco para perdonar cuatro meses sin ganar en casa. Una sola victoria hizo falta para que el estadio terminara haciendo la ola y creyendo de todas, todas en el ascenso. El Málaga vuelve a ser quinto, la jornada próxima sumará ante el Reus tres puntos sin jugar y encarará los tres últimos partidos de fase regular con todo de cara.

Ni mucho menos fue un triunfo fácil ante un rival directo. Prueba de ellos fue la primera parte, que tuvo absolutamente de todo. Ritmo, intensidad, expulsiones y goles. Tras un comienzo con muchas imprecisiones por parte de los locales y de dominio carballón, Ontiveros empezó a decidir el choque en favor del Málaga. El desborde es la seña de identidad de este jugador, y de esta manera forzó un penalti tras romper a un rival en el interior del área a los 17 minutos de partido. Adrián fue el encargado de lanzarlo y materializarlo tras engañar a Champagne.

El tanto fue un subidón de adrenalina para un equipo empujado por su grada que desde ese momento empezó a buscar el segundo tanto. Y fue el propio Ontiveros el que pudo decidir un minuto más tarde. Jugada colectiva de mucha calidad del Málaga que terminó en las botas del canterano, que disparó y su tiro fue sacado en la línea por un defensa visitante cuando La Rosaleda ya celebraba el segundo. Eran los mejores minutos del conjunto blanquiazul, pero todo se complicó a la media hora de partido con la expulsión por roja directa de Keidi Bare tras golpear en el pecho a Ibra.

Los fantasmas de una nueva decepción comenzaban a rondar Martiricos, pero cómo no, emergió de nuevo la figura de Ontiveros para poner el estadio patas arriba. Último minuto del primer acto, el Málaga en inferioridad numérica y al 'niño' no se le ocurrió otra cosa que marcharse de tres rivales y ponerla en la escuadra con un zapatazo al que nada pudo hacer Champagne.

Y si alguien imaginaba que los blanquiazules se iban a arrinconar en su área para conservar el resultado se equivocaron. No perdió la cara en ningún momento a la portería rival y por momentos pareció que jugaba con un jugador más en vez de en inferioridad numérica. Obviamente, el cansancio llegó con el paso de los minutos y el Oviedo comenzó a llegar, pero todo el equipo estuvo hoy de diez y el trabajo grupal hizo dejar la portería a 0. Mención especial a Luis Hernández y Pau Torres.

Los cambios de Víctor, muy acertado en la dirección del partido, refrescaron al equipo y permitió al Málaga sentenciar a diez del final. Otra balón que ganaba Blanco Leschuk sirvió para dejar solo a Cifu con una suave vaselina para delirio de La Rosaleda. Tras cuatro meses, la victoria se quedaba en casa.

Tres puntos vitales que dejan de nuevo al Málaga en puestos de play off (5º) y que sumado a los tres que logrará el próximo viernes sin necesidad de jugar ante el defenestrado Reus le deja en muy buena situación para jugar las eliminatorias. En 12 días, y de nuevo en La Rosaleda, se medirán al Zaragoza con la oportunidad dar otro paso de gigante hacia el objetivo final: el ascenso.