Antonio Cortés Heredia, Antoñín, lleva toda la vida ligado al club de sus amores: el Málaga CF. Es recurrente que los futbolistas caigan en el tópico que de su sueño siempre ha sido jugar en el equipo de turno, pero en este caso sus palabras son sinceras.

El pasado sábado, en el terreno de juego del Carlos Belmonte de Albacete, Antoñín se convirtió en el jugador nº 357 en disputar un partido oficial con los blanquiazules y los medios del club charlaron con él.

En cuanto a sueños, Antoñín aseguró que un día estuvo «de recogepelotas y recuerdo a Fede Ricca que estaba en la banda pidiéndome la bola y yo muy nervioso. ¿Un sueño por cumplir? Jugar en La Rosaleda. Debutar en casa ha sido «el sueño siempre pequeño, jugar un partido en La Rosaleda. Al final todos los malagueños luchamos por eso, por jugar en el equipo de nuestra ciudad. Es un sueño que tengo de pequeño y quiero cumplirlo».

Instantes antes de ingresar en el césped del Carlos Belmonte, Antoñín vivió un flashback. «Me vinieron a la mente mil recuerdos que tenía de pequeño. Cada entrenamiento, cada partido… luchando por un sueño. Gracias a Dios tuve la oportunidad la semana pasada, lo conseguí y estoy muy contento», apuntó.

Hay un detalle que quizá no todo el mundo conoce, pero el malagueño tuvo un periodo de formación en la cantera del Shalke 04 de Alemania. «Fue una experiencia corta, pero fue una experiencia más en mi vida, aunque un poco complicada. La barrera del idioma, era muy pequeño, estaba solo, fue una experiencia dura. También es cierto que es un club en Alemania con mucho prestigio y con buenos jugadores».

Asimismo, el canterano malaguista se define a sí mismo como un jugador «con velocidad, luchador, nunca doy un balón por perdido. Desde pequeño me enseñaron a eso, ha luchar por cada balón. El míster el día de mi debut me dijo: confía en ti, cógela y piensa en lo que tu quieras, como cuando eras pequeño. Esas son mis virtudes, entonces yo intento aprovecharlas».