Desde hace mucho tiempo, en el entorno del Málaga CF se tiene asumido que lo mejor que hay en el club son sus trabajadores. Esos que entran a trabajar en el estadio a las 8 o a la 9 de la mañana y se van para casa al mediodía, por la tarde o por la noche, según se den las circunstancias. Y es que mientras el jeque Al-Thani y su familia siguen «desaparecidos», en las oficinas y los despachos de Martiricos hay mucha gente trabajando (la mayoría con la presión de no saber si al día siguiente va a conservar su puesto de trabajo) para que el día a día del club esté acorde a lo que necesita y merece un equipo histórico del fútbol español, aunque ahora esté en la Segunda División.

Un buen ejemplo de esos «currantes» de sol a sol son Manolo Gaspar (nombrado recientemente director deportivo de manera interina) y sus dos colaboradores más directos: Francisco Capote y Martín Viberti. Ellos son los encargados de buscar en el mercado cualquier jugador susceptible de reforzar al Málaga CF en el próximo mercado invernal, que arrancará en poco menos de mes y medio.

La verdad es que realizar cualquier tipo de planificación de futuro en la actual situación deportiva y económica que atraviesa el Málaga CF es poco menos que una cuestión de fe, con la propiedad del club en litigio en un juzgado, ahogado económicamente y con un propietario que ni está ni se le espera.

Pero Gaspar y sus ayudantes trabajan al margen de esa realidad. Su objetivo desde que arrancó la temporada el pasado mes de agosto, y viendo las estrecheces económicas del Málaga CF, es estar al día del mercado de la Segunda División B, el nicho al que el club puede acudir en su realidad actual económica. Así las cosas, durante los últimos meses, cada fin de semana, Manolo Gaspar, Francisco Capote y Martín Viberti cogen sus respectivos coches para hacer lo que ellos mismos denominan las «rutas semanales», que les permitan ver el mayor número de partidos ligueros posible los sábados y los domingos. Entre los tres pueden ver en directo, en torno a 10 partidos de cada jornada en fines de semana maratonianos de fútbol y de kilómetros.

Marbella, Algeciras, La Línea, Córdoba, Don Benito, Murcia... No hay campo del grupo IV de Segunda División B en el que no haya estado ya en varias ocasiones alguno de los tres «caza fichajes» del club de Martiricos. Pero no solo se viaja por la geografía andaluza, murciana y extremeña. También se han desplazado a ver jugadores a Valladolid, Soria, la comunidad de Madrid, Villarreal o Valencia, en estos dos últimos casos para ver en directo al Villarreal B y el Valencia Mestalla, filiales de los dos equipos de la Liga Santander. Todo esto, sin descuidar cada partido del filial en Tercera División, para seguir a los canteranos que también puedan dar el salto al primer equipo más pronto que tarde.

De lunes a viernes el trabajo de la dirección deportiva es más de despacho, visionando decenas y decenas de partidos, principalmente de los grupos I, II y III de la Segunda División B española, además de varios partidos de fútbol internacional.

El objetivo final de todo este trabajo es tener una buena cartera de jugadores para en el caso de que se libere masa salarial con ventas o con una improbable inyección económica, se pueda encontrar en el mercado los refuerzos que necesita el equipo de Víctor Sánchez del Amo.

Salvo que el futuro dictamine otra cosa mejor, se trabaja, como ya se ha explicado desde el verano, con muy poco margen económico. Se pueden incorporar jugadores por el salario mínimo, que en el mercado estival era de 81.300 euros, pero con casi media temporada ya jugada es ahora de algo más de la mitad de esa cantidad, en torno a 47.000 euros.

A pesar de tantos inconvenientes, Gaspar y su equipo de trabajo tienen ya una buena agenda en su poder. Jugadores con nombres y apellidos, con los que incluso en muchos casos ya se ha contactado para ver su disponibilidad a cambiar de aires, para saber las cantidades en las que se mueven o si tienen o no cláusula de salida de sus actuales clubes, que pueden facilitar o dificultar la posible operación.

Es cierto que el nombre del Málaga CF o la posibilidad de vivir en la capital de la Costa del Sol es algo que sirve de reclamo para muchos jugadores, pero no es menos cierto que los mejores futbolistas de la Segunda B tienen, en muchos casos, fichas anuales superiores a esos 81.300 euros del salario mínimo (se ha tanteado a varios que incluso pasan de los 100.000 euros firmados en sus actuales clubes), lo que hace casi imposible su llegada al Málaga CF.

Las próximas semanas se verá si el trabajo de Gaspar, Capote y Viberti ha valido para algo o se queda todo archivado en un cajón a la espera del siguiente mercado veraniego. El 1 de enero arranca el mercado invernal. Hacen falta muchas piezas, aunque lo más importante es saber si la economía permite afrontar finalmente alguna incorporación.