Las nuevas generaciones malaguistas no lo han visto jugar y lo conocen, sobre todo, porque da nombre a la Puerta 5 del estadio de La Rosaleda, precisamente el dorsal que lucía en su espalda hace ahora medio siglo. Los aficionados más veteranos sí recuerdan con cariño y con nostalgia a Sebastián Humberto Viberti, el mediocentro internacional argentino que hoy hace justo 50 años que debutó con el Club Deportivo Málaga y que para muchos es todavía, cinco décadas después, el mejor jugador que ha vestido la elástica blanquiazul en toda la historia del club de Martiricos.

Con 24 años, 1.87 de altura y su 47 de pie, Viberti ya era internacional con Argentina cuando aterrizó en Málaga. Había vestido la «Albiceleste» en todas las categorías inferiores y había jugado incluso cinco partidos con la absoluta. Se afincó en Miraflores de El Palo donde los más veteranos todavía también lo recuerdan con cariño y con mucha nostalgia.

La historia de Viberti como blanquiazul nació un 30 de noviembre de 1969. Era la jornada 13 del campeonato de Liga de la Segunda División. Visitaba La Rosaleda el Español de Barcelona. Dicen las crónicas que aquel día fue uno de los más fríos de la historia en la capital de la Costa del Sol. El CD Málaga dirigido por el húngaro Kalmar formó con Goicoechea; Montero, Arias, Martínez, Monreal, Conejo, Benítez, Viberti, Wanderley, Cabral (Aragón 70') y Pons (Moli 72').

Fue un partido inolvidable por muchos motivos. El primero, por la goleda 5-0 que logró el equipo de Martiricos ante los españolistas, pero sobre todo por las dos asistencias y el gol que el debutante Viberti anotó ante una Rosaleda rendida desde mediada la primera parte a su nueva estrella al grito de «Vibeeeerti, Vibeeeeerti» (Wenderley hizo los otros cuatro tantos de aquella tarde-noche histórica).

Parecía increíble lo que el presidente Antonio Rodríguez López había conseguido. Viberti estuvo tres meses antes virtualmente fichado por el Atlético de Madrid. Pero con todo pactado verbalmente, el Huracán, su equipo de procedencia en Argentina, quiso cambiar los términos del acuerdo. El «Atleti» se molestó por la artimaña del equipo bonaerense y retiró su oferta, algo de lo que después se arrepintió el conjunto colchonero. También FC Barcelona y Real Madrid tantearon su llegada, pero fue un Málaga en Segunda División el que obró el milagro de traerlo a Europa.

De hecho, a partir de aquel día de hace hoy 50 años, el equipo empezó una línea ascendente, dándose la curiosidad de que Viberti disputó 22 partidos aquella Liga (8 goles) y el CD Málaga no perdió ninguno, con un balance de 10 victorias y 12 empates. Como colofón, Viberti logró dos goles ante el Bilbao Athletic que dieron el ascenso a Primera División al CD Málaga en la última jornada de la temporada. Cuentan que La Catedral terminó aplaudiendo a Viberti y al Málaga, que inició a partir de entonces la mejor etapa de su historia como CD.

Con su fútbol exquisito, fue un centrocampista organizador y de vocación ofensiva con talento y calidad. Viberti cuajó cuatro grandes temporadas en un Málaga que alcanzó con él dos séptimos puestos en la Liga, en 1972 y 1974, y que siempre se mantuvo entre los 10 primeros de Primera entre 1970 y 1974. En total, jugó 117 encuentros con el Club Deportivo Málaga.

Como casi todas las estrellas, Viberti también tuvo su momento «oscuro» cuando en la temporada 74-75 tuvo un serio desencuentro con el entonces entrenador malaguista Marcel Domingo, que provocó la salida de Viberti al Nástic de Tarragona, a pesar de su deseo de seguir jugando y viviendo en Málaga. Fue el principio del fin de aquel CD Málaga triunfal. Domingo fue destituido a los seis meses y el año acabó con el equipo de regreso a Segunda División. El gran Málaga forjado en torno a Viberti era ya historia.

En febrero de 1978, el club pensó en él como entrenador ante el serio riesgo que había de descenso a la Segunda B. Viberti mantuvo al equipo y a la siguiente campaña logró el ascenso a Primera, tras acabar segundo. En 1980 llegó otro descenso y Viberti dijo adiós para siempre al CD Málaga.

El corazón de Sebastián Humberto Viberti se detuvo en noviembre de 2012, a los 68 años de edad y tras un segundo «golpe». Él mismo calificaba de esa manera a la anterior dolencia cardíaca que padeció, la que a mediados de los noventa achacó al tabaco y al sobrepeso que había adquirido tras su etapa como técnico. Esta vez el principal músculo de su cuerpo no resistió ni una semana de ingreso en el Instituto Cardiológico de Córdoba (Argentina), ciudad en la que había nacido el 25 de mayo de 1944.

Viberti se fue joven y sintiéndose todavía tan malaguista como el que más. Y es que en uno de los escasos momentos de lucidez que tuvo durante esa semana que estuvo postrado en la cama llegó a preguntar: «¿A qué hora juega el Málaga?».

Su muerte fue pocas horas antes de un Málaga-Valencia en La Rosaleda. La afición le despidió con una sonora y emocionante ovación en el minuto 5, en honor a su dorsal, en una especie de homenaje improvisado. Antes, se vivió un emotivo minuto de silencio en el que se proyectaron por el videomarcador imágenes de su vida bajo los acordes del tango «Adiós muchachos».

Viberti se fue antes de tiempo, demasiado pronto, lo que le impidió cumplir uno de sus sueños: ver al Málaga jugar un partido de la Champions en el estadio de Martiricos. Un estadio que fue, es y será siempre el suyo, ése que le dedicó para siempre la Puerta 5 en 2013.

Medio siglo después de su debut, hoy, el malaguismo sigue acordándose de aquel argentino de pelo largo que aterrizó un día en el aeropuerto de Málaga para convertirse en el ídolo absoluto de una afición que nunca le olvidará.