Si algo destacan todos los jugadores que durante sus trayectorias fueron dirigidos por el recientemente desaparecido Joaquín Peiró es el enorme corazón del míster, siempre volcado y preocupado en el bienestar de sus futbolistas. Todos tienen grandes anécdotas con uno de los entrenadores más grandes de la historia del Málaga CF, pero uno de ellos quedó muy, pero que muy marcado por la sapiencia y el buen hacer de Don Joaquín: Henrique Guedes da Silva, «Catanha». El atacante brasileño encontró en Peiró una irrepetible figura paterna con la que no se toparía en ningún otro equipo de futbol. «Es imposible encontrar alguien como él en el fútbol. Victor Fernández era de una manera, Lotina de otra.. pero él era muy especial con sus jugadores».

La fórmula parece fácil: lo que diferenciaba a Joaquín Peiró era el constante contacto con sus jugadores. «Nos llamaba a la habitación y nos hablaba, era una persona muy respetuosa. Yo tengo una admiración muy grande por él», comentaba Catanha a La Opinión hace unas horas.

En el verano del año 2000, Catanha vivió algo chocante con Peiró. «Estábamos de pretemporada en Huesca, si no me falla la memoria, y yo ya estaba en negociación con algunos clubes, fui a hacer la pretemporada pero a los pocos días estaba hecho con el Celta. Me llamo él a su habitación, muy amable, fui y estaba llorando. Le pregunté qué pasaba, me dijo que ya sabía que me iba, «la negociación está hecha, el presi me ha dicho que te vas». En aquel momento, el exjugador revive con emoción el abrazo en el que se fundieron Peiró y él. «Eso me marcó mucho, el míster, mi padre... Tenía una gran cariño por mí y yo por él. Teníamos una conexión muy buena, era mi padre», remarca.

La atención y el cariño a sus jugadores repercutía, para bien, en el terreno de juego. No podía ser de otra manera. Catanha recuerda con nitidez una mala racha en la que arrastró cinco o seis partidos sin marcar. Ese rendimiento le valió un toque de atención, en forma de visita al míster. «Me llamó una vez para hablar en su habitación, él tenía esa manía. «Yo quiero hablar con usted», me asusté. «Mire, usted va a estar en el banquillo en el próximo partido, ¿vale? Solo si me demuestras otra actitud en los entrenamientos empezaremos a valorar». Catanha aceptó sin rechistar, se mentalizó de que estaría en el banquillo pero algo en su mente cambió. «Poco después nos tocaba un entrenamiento en el Anexo de La Rosaleda y teníamos partidillo. Yo pensé que ahí iba a marcar un montón de goles para cambiar la situación. Metí uno, metí otro... hasta tres. Ahí se acercó a mí el míster, mi padre, y me dijo que el domingo jugaría. Le di las gracias y a partir de ahí empecé a marcar otra vez.. Fue impresionante».

Esa mentalidad de trabajo, desde la humildad, le sirvió a Catanha de lección para el momento del ascenso y para encarar la Primera División. Una época que el delantero recuerda con alegría, pero sin olvidar las dificultades que pasó. «La gente no creía en mí, decían que no iba a meter goles en Primera, salía a la calle y la gente tenía ese concepto. Yo tenía un reto muy grande, demostrar a la afición del Málaga que tenía las mismas condiciones». El papel de Peiró volvió a ser crucial: «Él hablaba conmigo siempre para tranquilizarme». El estreno en la máxima categoría en Martiricos fue una prueba, «tenía que demostrar lo que valía a mí mismo, a él y al público. El partido me salió bien contra el Espanyol, metí un gol, ganamos y la gente cambió de opinión».

Una de las claves del éxito de aquella maravillosa quinta que a día de hoy sigue haciendo vibrar a la afición blanquiazul fue la hermandad y comunión entre todos sus protagonistas. «En el vestuario sobresaltaba la unidad, nosotros estábamos juntos, trabajábamos para ganar confianza. Cuando llegas a un vestuario lo importante es seguir trabajando, callado. Así empezamos a creer que el ascenso era posible, con ese pensamiento positivo y con nuestros juego, que era muy vistoso, rápido y con gol. Yo gritaba que íbamos a ascender, que el vestuario era de primera, quien coincidió conmigo sabe de la importancia de ese momento, de hablar, de conversar, de estar un rato antes animando a cada uno y dando fuerzas entre compañeros».

Consejos para el futuro

Y como buen malaguista, Catanha también sigue de cerca la actualidad de la entidad de Martiricos. «La cosa de momento está un poco más estable, pero comenté hace poco en redes sociales, ellos tienen que pensar en trabajar en el día a día, olvidar un poco los problemas porque venían muchos. Todo eso afecta al vestuario y al juego de equipo, pero ahora con el tema judicial está algo mejor, esperamos que las cosas sigan así», comentaba.

Eso sí, sin confiarse. «Estamos a pocos puntos del descenso todavía. Queda mucho, pero es importante la unidad del vestuario para que el Málaga se quede en Segunda División y para la temporada que viene se planifique mejor, con tiempo y el dinero que haya...»

En esta dirección, el de Recife hace hincapié en la importancia de «darle libertad a la dirección deportiva». Catanha cree que «en los últimos años no se ha conseguido estabilizar esa parte del club» y espera ver que a partir de la próxima campaña, los seguidores boquerones «saquen el abono con ilusión, no por querer ayudar, sino tener un carné por la ilusión de ver a tu equipo»:

Por último, el brasileño anhela un panorama más estable en el que la institución tenga margen para «hacer un Málaga más grande», como aquel en el que él y su padre futbolístico, Peiró, y otros muchos jugadores hicieron reavivar las llamas de la pasión blanquiazul de Martiricos.