Si hay algo que mueve montañas y las destruye en el mundo del fútbol es el resultadismo. Los tres puntos, con más razón en una carrera tan larga como la Segunda División, es lo que realmente importa. Ni el cómo ni el por qué. Sumar y sumar y volver a sumar. Desde que el Málaga naufragara en Tenerife en la jornada inaugural, la curva es ascendente. Dos partidos y dos victorias para el saco. Y de ellas no pueden sacarse conclusiones ni falsos objetivos, pero sí ciertos apuntes que dibujan lo que es el Málaga de Pellicer.

Sobre el verde se sigue demostrando que estos jugadores forman un muro defensivo difícil de desmoronar. El año pasado ya se demostró con el Trofeo Zamora de Munir (29 goles encajados) y las tantísimas veces con la portería a cero. Este año se repite esa condición de equipo sólido, después de que en la derrota contra el Tenerife se mostraran demasiadas costuras atrás. En aquel estreno el conjunto de Martiricos encajó dos goles en tres tiros a puerta, ambos fallos de la zaga que llevaron a pensar en que todavía el equipo estaba en «modo pretemporada». Falta de conjunción, sin el ritmo suficiente, sin química entre los jugadores... Al fin y al cabo, un equipo en obras con fichajes recién llegados y otros muchos por firmar.

Todo fue cambiando entrenamiento tras entrenamiento. A Pellicer le quedaba trabajar en silencio y encontrar otro dibujo para remontar el vuelo. Ahora lo revierte y, paradójicamente, sin tener un esquema definido. Eso sí, una cosa está clara: el Málaga sigue en construcción, pero con cimientos estables. El dúo de centrales Escassi-Juande en defensa de cuatro con Matos en un carril e Ismael Casas o Calero en el otro. Junto a la presencia de Cristian, la guardia de Benkhemassa y el equilibrio de Ramón. En campo propio, el Málaga se mantiene firme como un equipo muy difícil de superar. Se abandonó la defensa de cinco de Tenerife para defender con cuatro y un centro del campo más poblado. Les fue mucho mejor. El Castellón solo tiró dos veces a puerta (una en los minutos finales que salvó de manera decisiva Dani Barrio) y el Alcorcón otras dos, una que solo tuvo que blocar y la restante de un tiro centrado. El trabajo para el guardameta malaguista hasta el momento está siendo escaso.

Dos golazos, pocas ocasiones

Arriba se mueven las piezas de Caye Quintana y Orlando Sá. El primero, titular en los tres partidos; el segundo, solo en La Rosaleda. Un testarazo del luso, invalidado por falta en ataque, es lo único reseñable arriba.

En el caso del gaditano, entusiasmo no le falta. Es peleón, saca petróleo de la nada, juega bien de cara y tiene calidad para aguantarla, pero se le resiste la puerta contraria. Por otro lado, Rahmani está aún estancado y sigue echándose en falta un Tete Morente que ejerza como puñal desde la banda. Las llegadas y los remates a centros laterales se le atragantan al Málaga. El dato no deja dudas: 5 tiros a puerta en 3 jornadas. Es algo en lo que insistía Sergio Pellicer tras el triunfo en casa: «Nos ha faltado más llegada. Hay que mirar la portería rival, ver cómo llegar, llevar la pelota a las zonas de finalización y que aparezca el talento. Tenemos calidad para crear más peligro». Los goles llegarán, sabiendo que varias de las incorporaciones que están por concretarse tienen mucho que ver con la parcela ofensiva: Mamadou Sylla, Pablo Chavarría y Jairo Samperio. El día 5 de octubre la munición tendrá que recargarse para no seguir dependiendo de chispazos de calidad. El mágico disparo exterior de Ramón y la fina semivolea de Cristian tuvieron el valor de la eficacia, traducida en 6 puntos para colarse en la zona alta. Pero eso no durará para siempre.

Pronto para celebraciones, es tiempo para mejoras, para seguir creyendo en un grupo competitivo. Lo decía Pellicer, hay equipos con más calidad, pero «por hambre y pasión nadie nos puede ganar». Hay algo que cambiar, el gol, y algo que mantener, la defensa. Por ahora, el 6 de 9 supone un impulso anímico para seguir sumando.