El fútbol es resultadista y cada vez más los números acaparan más importancia que lo intangible. Incluso cuando esto último, lo que no se puede medir pero sí palpar, es en ocasiones más determinante. Al Málaga le bastaron 45 minutos de la primera parte en La Romareda para confirmar que tanto los resultados como las sensaciones empiezan a estar de su parte. El grupo liderado por Pellicer, maestro trilero al que es imposible adivinarle un once titular, certificó ante un rival candidato al ascenso que el hambre no se ha perdido. Son 10 puntos de 18 posibles y durmiendo en la cómoda almohada del play off, en sexta posición. Un comienzo muy distinto al del año pasado, valgan las comparaciones.

La victoria en Zaragoza supo a gloria porque fueron más que tres puntos. El Málaga mostró credenciales de un equipo peleón y bien plantado en el campo al que habrá que jugarle muy bien para superarlo. Que se lo digan a los maños, que no dejaron de asediar la portería de Juan Soriano.

El despliegue táctico y certero del equipo en la primera parte enseñó la mejor cara de la temporada y los goles de ráfaga de Chavarría y Caye acallaron el debate de la sequía goleadora en un suspiro. Concretamente, en 26 minutos. Luego tocó sufrir, pero a eso sí están acostumbrados los que llevan la blanquiazul, por muy nuevos que sean. Volvió a ganarse sufriendo.

Es cierto que no hay contextos iguales, por lo que el Málaga de la 2019/20 no es el Málaga de la 2020/21. De hecho, de aquel equipo sobreviven Luis Muñoz, Lombán, Ismael Casas, Juande, Ramón, Hicham, Gonzalo y Benkhemassa. La planificación fue desastrosa, justo al contrario que la calma y el orden de este año. El curso pasado a las órdenes de Víctor Sánchez del Amo, el Málaga andaba decimoséptimo en la clasificación con seis puntos en la sexta jornada.

El ambiente era más crispado, sonaba y resonaba Al-Thani y lo extradeportivo, y la confección de la plantilla no admitía ilusión. Corta, demasiado corta para una afición tan grande y un club de tal categoría. Con una diferencia de 12 meses, el Málaga de hoy ocupa las posiciones de play off mientras en el pasado rozaba las de descenso.

La nueva realidad es la de un equipo más completo y convincente, que todavía sigue cogiendo el ritmo y la conjunción que necesita cualquier equipo montado desde cero. Las estadísticas respaldan ese gran cambio. Una victoria, tres empates y dos derrotas del año pasado contra las tres victorias, un empate y dos derrotas de la actualidad. Y más allá de los números, las sensaciones.

Entrando en más comparativas, tal día como hoy en la temporada anterior dos equipos como Huesca (9 puntos) y Elche (8 puntos) no empezaron mejor que este Málaga (10 puntos). Dos clubes que a la postre acabaron ascendiendo a Primera. El Elche, de hecho, teniendo el quinto presupuesto más bajo de toda la Segunda División. Ejemplos que ayudan a comprender dos cosas: que el presupuesto no indica éxito en la categoría de plata, lo indica una plantilla trabajada y competitiva; y que no es importante llegar, sino mantenerse.

Con Pellicer y estos jugadores se ha comenzado apuntando alto, aunque ahora lo realmente complicado va a ser mantener el vuelo. La mala noticia es que el largo maratón de 42 jornadas acaba de empezar y aún es el kilómetro seis. La buena es que este equipo, poco a poco reconciliándose con el gol, paulatinamente con un motor más engrasado y fortalecido con un muro defensivo compacto, aún no ha tocado techo.