Las mejoras del conjunto malacitano siguen viéndose en el terreno de juego, pero el conjunto de Pellicer sigue teniendo una asignatura pendiente: no bajar la intensidad en la segunda parte ni conceder metros al club rival. Al equipo le está faltando pólvora con la que cerrar los encuentros con mayor tranquilidad, Aún así, sumar en Segunda División siempre es buena noticia.

El Málaga parece haberle cogido el gusto al ritmo y la presión alta en los inicios de partido, tal y como lleva haciendo en los últimos duelos. Además, el Mirandés se presentaba en La Rosaleda como un equipo peligroso y cuanto antes se pudiera abrir distancia en el marcador, mejor.

El engranaje del conjunto blanquiazul ya está totalmente engrasado y la maquinaria trabaja a toda velocidad. Incluso con rotaciones en varias posiciones, los de Pellicer volvieron a culminar un arranque compacto, seguro, valiente y con ganas de llevar la batuta. El Málaga presionaba y, cuando la perdía, estaba atento para recuperar el esférico antes de que el peligro aumentase.

Así, al cumplirse los 15 minutos de juego, desde el centro del campo y en tres toques los boquerones batieron la portería de Lizoain. Cristian vio en largo a Matos y este galopó por la banda en una contra velocísima, después vio a Jozabed perfectamente colocado en el frontal del área para enviar el esférico al fondo de la red. Segundos después, el linier anuló el tanto por fuera de juego, aunque tras la intervención del VAR se demostró que la posición de Matos era totalmente legal y, en dos tiempos, el tanto subió al marcador.

Con el pasar de los minutos y el resultado a favor, el Mirandés fue paulatinamente arañando metros, llegando al campo rival cada vez que tenía la pelota. Pero al principio poco tenían que hacer gracias al bloque defensivo interior de los de Pellicer.

Pero los de José Alberto López fueron de menos a más, armando con orden los ataques y aprovechando las contadas pérdidas blanquiazules para dar trabajo a Juan Soriano, que tuvo que sacar la mano en un disparo de Javi Muñoz. Con esa tónica acabó la primera mitad, con un Mirandés peleón y un Málaga bien plantado en tareas defensivas.

Mejorar en las segundas partes sigue resistiéndole del club costasoleño y pocos minutos después de la reanudación se volvió a hacer patente: la conducción de Iván Martín pilló por sorpresa a la defensa malagueña, Jirka ganó la espalda a Lombán y puso el 1-1. El gol fue una inyección de moral para los visitantes, que se instalaron en campo local obligando al Málaga a intensificar la defensa. Buenos eran los pies que metía Escassi para despejar balones o los cortes de Calero. Además, en las salidas al contragolpe el Málaga se encontraba casi siempre en inferioridad numérica en la zona del Mirandés, algo que complicaba encontrar huecos en los que asociarse y tirar a puerta.

Una vez más, el VAR tuvo que intervenir por una supuesta mano de Mejías, aunque realmente el balón impactó en la cara del futbolista blanquiazul.

A diez minutos del final, Yanis con la testa trató de batir la meta rival, aunque el disparo se marchó demasiado alto. Como respuesta, Sergio Moreno tuvo dos ocasiones muy claras, una se desvió y la otra la atajó el meta sevillano sin mayor complicación.

Con acciones nerviosas y a la desesperada de ambos equipos, el encuentro acabó con tablas en el marcador y la sensación de que el Málaga tiene aún detalles que pulir para encarar la competición con mayor determinación.