Dos partidos, dos lecciones. La nube en la que se posaba el Málaga se deshizo de golpe con seis goles recibidos en 180 minutos. Mallorca y Espanyol. Como un croché y otro directo que llegan cubriéndose del golpe, pero dejando el suficiente hueco como para recibir el K.O. Después de la amarga derrota en La Rosaleda ante un Espanyol con características arrolladoras más que de sobra para ponerlos en la quiniela del ascenso, la afición y más que nadie Pellicer vieron que con este nivel defensivo será más complicado sumar. «Tenemos que ser muchísimo más contundentes», decía el técnico después del partido. Un lema que vuelve a coger importancia por la necesidad de la situación.

La realidad ha zarandeado al Málaga con dos cosas tan de manual como añoradas en este equipo: ser fuertes atrás y tener la capacidad de marcar más que el contrario. Ni una cosa ni la otra se vieron en los últimos partidos. Cierto es que el problema del gol viene de mucho más atrás, que este club es más bien un equipo de zarpazos y no de asedios a la portería rival, pero lo de hacer aguas en la zaga ha sido un cambio inesperado de los acontecimientos. Llámenlo plot twist o giro argumental. Lo que importa es tanto el resultado como las sensaciones que deja. El Málaga es el equipo más goleado de la Segunda División tras encajar 14 goles en diez partidos. Errores defensivos mediante. Así es complicado ganar partidos si a esto le sumas el divorcio con el gol.

Datos que mejorar

Entrando a traducir el desalentador dato, vemos que 10 goles de los 14 que ha recibido el conjunto de Pellicer han sido en tres partidos. Los otros cuatro en los siete restantes. Diez goles en tres encuentros son muchos. Cuatro ante el Rayo, tres en Son Moix frente al Mallorca y otro triplete ante el Espanyol. «Tenemos que cometer menos errores y saber recomponernos ante cualquier circunstancia», dijo el técnico malaguista, consciente de lo caro que pueden salir patinazos como el del lunes.

Incide de manera interesante en algo que será importante a lo largo del año: la mentalidad de los jugadores ante la adversidad. «Los equipos y los jugadores buenos se recomponen en el mismo partido, no en el siguiente», apuntó. Esa capacidad de sobreponerse a un gol tempranero, de no bajar los brazos si se recibe el segundo o de mantener la compostura y defenderse atacando es lo que echa en falta este Málaga. Un tiro a puerta contra el Espanyol y dos ante el Mallorca, de los cuales uno de Chavarría encontró gol. Insuficiente.

En total, el Málaga ha tirado 23 veces a puerta esta temporada y ha anotado siete goles. La eficiencia es clara, se marca con poco, pero se llega en tan contadas ocasiones que resulta ser más una desventaja cuando la defensa no funciona. Se ha ganado siempre que se ha marcado primero, pero cuando se recibe gol, lo de remontar se antoja misión poco probable. Lo dicen los datos. Al conjunto de Pellicer no se le da bien improvisar desde la derrota y sí desde la victoria, aunque acabe los partidos sufriendo. La defensa de cinco, a priori para dar más solidez, se ha derretido ante rivales que no perdonan errores como los dos recién descendidos que han doblegado claramente al Málaga.

Cuando la defensa funciona, se suma. Lo de ser sólidos ha sido un mecanismo para crecer jornada tras jornada, pero cuando el muro es de cartón piedra, las dudas emergen. Errores que suelen pagarse a coste alto. Sin embargo, a pesar de todo lo negativo que se ha desprendido en los últimos dos choques, no cunde el pánico en el malaguismo. «Contra el Sporting no éramos maravillosos ni ahora somos tan malos», tranquilizaba Pellicer. Un noveno puesto con 14 puntos en 10 jornadas, habiendo jugado con equipos de zona alta como Sporting, Zaragoza, Rayo, Mallorca y Espanyol. Todos con presupuesto y plantillas superiores. Lo único que queda es corregir para retornar a los triunfos.